Un valle de flores, tal vez una cena a la luz de la luna. Una imagen de Orión impresa sobre algún objeto que sea parte de tu día a día, para que puedas ver al guerrero que nos cuida y cada vez que lo hagas te acuerdes de mí. Una botella de vino, que esconda en sus burbujas la promesa de ver salir el sol juntos, desnudos de piel y de alma, alimentándonos el uno del otro. Un graffiti frente a tu trabajo con un mensaje escrito en nuestro código, tan íntimo que sólo tu y yo lo entendamos. Un afiche con el mapa de estrellas del cielo que nos acompañaba aquella noche, hace casi 32 años, cuando iniciamos este transitar interrumpido y permanente al mismo tiempo. El poema perfecto que aún no te compongo, una serenata en guitarra que habría practicado millones de veces para no volverme un ocho, el original de aquella foto en la que nos abrazamos… tantas cosas que te daría si estuviésemos en un mundo normal. Si pudiésemos respirar el mismo aire por al menos un ratico.

Pero así salió y es lo que tengo… Y entiendo que para darte no tengo otra cosa distinta a este ramillete de letras que acomodo para ti, perfumadas con metáforas y palabras bonitas que quieren colarse entre tus poros para llegar al centro de tus emociones e inundarte de mí.

No traigo mucho conmigo y a la vez traigo todo lo que puedo ofrecerte. Cubierto por este envoltorio de luces y embalado en la señal de internet te obsequio mi amor desnudo, limpio y transparente. Sírvete de él lo que desees, sin miedo a que se acabe, porque para ti florece y desde ti se derrama a borbotones como un manantial que no se seca.

No puedo, aunque vendería mi alma por hacerlo, llevarte mi piel para que te vistas con ella. En su lugar, intentaré sustituirla por sus sensaciones. Erizarte la mente hasta que se erice tu piel. Que sientas, aun sin tocarlos, mis músculos tensándose con solo pensarte, que sepas que estoy flotando en la humedad del deseo, que quiero beberte toda, sentirte plena y que juntos hagamos implosión. Yo dentro de ti, tu abrazándome con fuerza, ambos luchando contra la realidad que nos separa. Que sientas que me derrito en tu interior, como metal fundido que se derrama para abrazarte por dentro. Que pueda sentir tus fuerzas desvaneciéndose en mi boca, cuando pase la tormenta y desde los pliegues de tu cuerpo germine y florezca el amor más bonito. Ese que se entrega sin miedo y sin condiciones. Quiero ser tu primera vez, todas las veces posibles.

Te entrego mis letras, que solo quieren vestirse para que tus ojos las recorran. La palabra que aún no se cocina, la idea que todavía es un embrión en mi mente preñada.

Te entrego mi Amor, es todo lo que tengo y lo mejor que puedo darte. Te cedo su custodia, te otorgo su patria potestad.

Si por alguna razón la cordura me alcanza, me clava su aguijón y me contamina de su lógica y su coherencia, si el yo consciente me da la zancadilla y al final de la jornada la esperanza pierde la pelea. Incluso si algún día concluyes que yo soy recorrido, pero no lugar de llegada… Probablemente entonces recoja mis sueños y me retire cansado a vivir con lo justo. A respirar la ración de aire que me toca de este lado del mundo, ajeno a ti.

Pero si miras bien, si centras tu atención dentro de mis ojos, sin importar la imagen que te muestre la foto ni la sonrisa que veas en mi cara. Podrás notar que me voy ligero de equipaje, un poco vacío. Porque mi Amor, ingenuo, testarudo y crédulo, se sentará en una silla, esperándote hasta el fin de los tiempos sin importarle que yo me haya ido.

Como el viejito loco que se queda en su mecedora mirando a ningún lugar, hasta donde su vista le alcanza, recreándose una historia que nadie sabe si es real o es solo un sueño, pero que se repite una y mil veces en su cabeza y lo hace reír con nostalgia.

Porque, aunque se quede sentado con la maleta en la mano, esperando un viaje que tal vez nunca llegue, contigo mi Amor siente que llegó a casa y que ya no quiere tomar otro avión.

Feliz Día del Amor Triplefea.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS