SILENCIO (corregido por Martha Pons)

El frío se cuela por entre esa ventana alta que de paso ilumina mi espacio angosto y que mira a otra pared blanca, de un pasillo, rara vez transitado.

He escuchado esos pasos que cruzan de repente, salidos de un rincón que he imaginado cientos de veces…millones quizás.

Esta habitación tan callada, no deja espacio para el silencio. Mi mente escucha lo innombrable y no para de hablarme constantemente. No sé ya ni que pensar. He optado por imaginarme que puedo mirar a través de las paredes y allí, detrás, pinto un mundo colorido que de cierta manera me brinda una alegría diminuta, pero suficiente para resistir esta página en blanco que se repite día tras día, año tras año y que será así hasta que se ponga negra.

No sé si lo soñé o la persistencia de mi memoria me indica, por entrecruzados momentos, que allá afuera hubo alguna vez gente, que como yo, tenían caras y voces. Que me miraban con amor y me hablaban con dulzura. Pero no han vuelto. Solo una mano extraña suele pasarme por debajo de esta puerta, sin manijas, alimentos que tomo, porque ansío ver la cara de quien me los trae y ver si tiene rostro. Por cierto, ya ni recuerdo el mío. Seré un extraño el día que logre verme.

Los pasos extraños del pasillo, me emocionan al punto que sacan mi mente a pasear con ellos. Los sigo diligentemente y atento. Llegamos a salir de este mundo y navegamos hacia “ese” otro mundo que alimenta mis pensamientos. No pueden ser mentiras mis creaciones cabezales. Algo de verdad tendrán estas imágenes,

sino…me estaré volviendo loco? O estaré dentro de un sueño que sueña?

Me he vuelto mudo porque hasta mi voz me molesta. Hablar tan siquiera una sola letra, seria interrumpir ese diálogo continuo en que mi mente cabalga. He intentado hablarle a esa mano que me alimenta, pero solo escucho el eco de una voz; quién eres? Le pregunto. Quién eres? Me responde. Quién soy?…. Quién soy?

Resuena un nombre que no si es el mío, porque ni eso recuerdo. Si soy o no soy. Tal vez sea una sombra porque solo eso veo.

La luz de la habitación se ha apagado, como todas las noches. La penumbra del pasillo proyecta en mi pared las huellas de esa ventana inalcanzable. Parecen sombras verticales. Líneas paralelas que provocan detener intentos de fugas, pero como escapar de mi mente?

Hace tiempo que no escucho los pasos. Ni la mano ha vuelto a traerme comida. Siento un pánico absoluto de solo pensar que he sido abandonado en estas paredes negras que no permiten proyectar esas sombras que disfrutaba todas las noches. Ya no oigo mi voz ni veo mi cuerpo.

Alcanzo a ver a través de las paredes un mundo de extraños colores, de sugerentes transparencias. Todo se ha tornado geométrico y simbólico. Lentamente me siento flotar. He ido cayendo en un trance que eleva mi cuerpo hasta traspasar el techo.

Abajo han abierto la puerta y encendido la luz. Por fin puedo ver el rostro que me alimentaba. Ríe eufórico de alegría mientras saca arrastrando un cuerpo tirado en el piso. Tienen el mismo rostro. La habitación se queda vacía, cierran la puerta, se apaga la

luz y escucho de nuevo…. silencio. Salud!! Mínimo caminero

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