El día que no seremos máquinas

Casi no hay más días vacíos como este en el futuro. Aprovechen la distancia del cariño que no mata solo células sino engendra la tristeza de no vivir en cuerpos ajenos. Sentiremos la sueve noticia agarrotada a nuestros anehlos cuando el viento traiga paz, sabremos cumplir con la humanidad despedazada por siglos, cuando las alas sean para todos y todas y cada una encuentre su nido cálido, su piel brillante, sus fantasías libres de opresión, un inconsciente ayudando a salir de la profunda crisis de vivir. No serán esos tiempos de hoy ni mañana, pero habrá un futuro de algoritmos vivos que nos llenen más de esperanzas que de datos, brotarán de las entrañas no los dedos sucios de la invasión, sino la tibia certeza de la creatividad que llena almas y no bancos, el sabor a la naturaleza será deseable y no insaciable. Y cuando despiertes de la pesadilla todo seguirá igual. Quedará demostrado en todos que si levantas el mismo pie que ayer y sonríes a las mismas ideologías de siempre, no cambiará ni un gramo el dolor ajeno si al final del día solo miras hacia el ombligo, será un alivio saber que no seremos maquinas.

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