III
Nacen y mueren los soles
y toda nuestra vida cabe en una efímera noche.
Después, nadie sabrá que hemos vivido.
Nuestras obras, las grandes y las pequeñas,
entrarán en el vértigo de este carrusel
sin memoria.
Incluso tú, inmenso, eterno mar,
serás un mudo diamante de plata
que recogerá vagamente la luz
de las viejas estrellas.
Mientras, en alguna ignota galaxia,
murmurando sus primeros sonidos,
un pobre ser, minúsculo, ignorado,
creerá que es el centro del amor de sus dioses.
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