Dime si no soy yo la fuerte. La que lleva la corona. La que carga la cruz. La que en un mar de lágrimas siguió nadando hasta hallar la luz. Soy yo quien las protege, quien las cuida, quien las guía en un mundo que se empeña en hacernos perder el norte. Siempre seré la espada que mata por ellas y mi cuerpo el escudo que se lleva sus golpes. Son mi debilidad y la fuerza por la cual sigo luchando. Nadie entiende que el amor por esas mujeres sea lo que hace que mi corazón nunca muera. Pero nunca necesité que nadie me entienda, no hay nada que me arrebate el significado de vivir. Aunque ellas no lo sepan son las únicas que me pueden herir. No hay fuego que me queme, ni batalla que pueda derrotarme. Cuando de ellas se trata, saco uñas y dientes desde lo más oscuro de mi alma. Y sería capaz de arrancarme el corazón del pecho y desatar mis mil demonios. Dispuesta a pagar cualquier precio y condena con tal de salvarlas. Vagaría por cualquier infierno si de su paz se tratase. Vendería mi alma por que la de ellas nunca deje de estar intacta.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS