Test #000.4

Test #000.4

Asier

30/01/2020

Suspiros

El desdichado se moría, el aire le era esquivo. Sufría como muchos han sufrido y no llegaron a contarlo, pues el sentimiento es inefable.

—Tranquilízate un rato.

Aguantaba las palizas del Dios que no puede, también las palabras de la madre; la quería tanto, pero también la odiaba, la odiaba tanto.

—¿Por qué no duermes un rato?

Que frase tan devastadora, acaso dicha con maldad, lo peor, sin embargo, es que el trasfondo es de impotencia. Cuando siento que me desmayo, que vomito, y ya no aguanto. Cuando una agitación del pecho acerca a la muerte que no llega pero acecha. Cuando estar despierto es la única meta, la manera en que se puede decir que la lucha recién empieza.

—Ya no sé qué hacer contigo.

Yo tampoco, me creo, cada vez estoy peor; mi propio cuerpo, al que cuidé tanto, trata de matarme. Hago caso omiso de ello y pienso en el mañana que no llega y que demora y por qué demoras tanto, que te he hecho yo, yo no te he hecho nada; no le he hecho nada a nadie, sino todo a nadie, así que déjame.

¿Cuándo fue que me eché a perder? ¿Cuándo se decidió la caducidad mía? La odio tanto que me aferro a la vida. Tengo que dejar algo; cada vez es más difícil emprenderlo, sobre todo, como ocurre hoy, como ocurre todos los días, cuando únicamente en tribulaciones del dolor es cuando noto claramente la fatuidad del proyecto, es que quiero ir a por ello y terminar cual manotazo estertóreo su culminación, pero es imposible en este estado, mi último esfuerzo vale apenas para constancia de ello. No puedo pensar así, no puedo ni permanecer vivo así y, no obstante, me asombran las ganas de aferrarse a la vida que mi mente tiene, aun cuando mi cuerpo las ha perdido todas; allá quedan los recuerdos de cuándo podría correr donde quisiera.

La cura, si la hay, es inteligible y para avenirse es menester su interpretación, pero no hay cabeza que soporte la seguridad de algo tan siquiera, así que hay que valerse de la incertidumbre para tener la certeza de lo que es indeterminado por naturaleza, así que paso el tiempo dejando de saber cosas.

Ya me voy dejando, poco a mucho voy quedando, un adarme vengo a darme para quedar tantito de mí en una enmienda de la enmienda del post scriptum a modo de remisión. Sabrán olvidarme si quieren perdonarme, porque creo saber que como van las cosas pareciese que mi único motivo para seguir vivo es hacer sufrir a mi madre y odio eso, odio eso de vivir.

Etiquetas: poema prosa

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