Aquí estoy, tratando de encontrar una manera de que escuches mis silencios, que también te hablan y quieren susurrarte en el lenguaje del vacío palabras que no se digan pero que puedan tocarse, como los libros en braille de los invidentes.

Aquí estoy, tratando de tocarte con mi ausencia, para que sepas a través de la sombra que estoy presente, encendido para ti, como si fuese el faro de un puerto que te alumbra por si alguna vez quieres atracar en mi muelle.

Cada día que pasa se nos suma un nivel de dificultad, se nos cierran espacios y se nos levantan barricadas, como si ya no fuese suficiente la distancia y las circunstancias.

A veces la vida es un perro que muestra los dientes, amenazando con arrancarnos la piel en tajadas. Y sentimos miedo.

A veces el miedo no nos deja notar que ese perro que asoma los colmillos tiene mas miedo que nosotros y solo procura sobrevivir. Tiene miedo porque nos sabe poderosos. Y es peligrosa la vida cuando quiere mordernos, pero no es invencible.

Tal vez si pones tu oído del lado del muro que se nos levanta, podrás escuchar el miedo que tienen la vida y la costumbre. Tiene miedo de ti y de mi, de nosotros. Porque nos vamos convirtiendo en algo mas que un sueño de muchachos, porque somos de verdad.

Y casi sin proponérnoslo vamos dilatando la panza de la vida, que quiere parir una historia tuya y mía. Y a todas luces es un embarazo de alto riesgo.

Se vale tener miedo. Lo que no se vale es sentirse solo. Cierra los ojos y escúchame dentro de ti. Porque nunca, óyeme bien triplefea, nunca voy a dejar de estar para ti. Incluso sin importar si en realidad nacemos o la vida nos aborta el cuento. Estar para ti incluso desde la ausencia si llegas a quererlo así.

Ya no se hacer otra cosa que amarte.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS