Fue un sábado que llegué a un bar.

Todo ahí adentro lo sentí distinto al mundo en el que llevaba muriéndome a diario.
Disfruto de mi botella, y mis cigarros a solas.
No necesitaba compañía, la presencia humana me fatigaba el Alma.
O al menos eso creí hasta que la vi.
O mejor dicho hasta que me habló.
O quizás hasta que sonrió.
Es un poco difícil con chicas así.
Como si la hermosura y la maldad se pusieran de acuerdo para conspirar con los hombres y absorberles el Alma, y el poco dinero que podamos traer en el bolsillo.
Aún sabiendo eso, Quise unirme a la travesía que supone el placer que ellas te traen.
La saludé. La invité a sentarse a mi lado.
Una, dos, tres cervezas,
Una, dos, tres copas de Ron.
Exhalando risas con algo de humo.
Ambos a mitad de una carrera, de un pequeño pero fantástico recorrido de sus pequeños y medianos logros, de sus grandes sueños, equivocaciones y desilusiones.
Ahí estaba, como esa pieza puesta sobre ese inmenso tablero de ajedrez que es la vida. Algo en mi pecho se estremeció cuando me quedó viendo a los ojos.
Puedo besarte?- solté con la confianza que me brindaba la cerveza, su mirada, y su hipnótica esencia.
Ella sonrió y negó con la cabeza. -solo si me convences. agregó después.
No fue difícil hacer brotar las palabras.
Unirlas, construir un poema nunca pareció ser tan sencillo.
Mientras hablaba se le escaparon dos suspiros, su sonrisa parecía hacerse más hermosa. Ella miró mis labios.
-Sabes que? -le dije. – contigo se siente como si los versos fueran una excusa que pretende acariciarte bellamente el Alma. -deje mi vaso de cerveza en la mesa. – valdrá la pena jugarse la cachetada.
Ella lo entendió. Y no se opuso en lo absoluto cuando la atrape entre mis labios. Como decirlo? Hace tanto tiempo no había recibido un beso así.
Supe de inmediato que aquella chica era de esas que te enseñan a echar de menos. Que duelen. Y que por más malo que sea después, la quieres seguir teniendo.
Al separarnos, veintiún pasos de nostalgia se instalaron en mis labios.
Ambos sonreímos. Seguimos bebiendo, y basándonos.
Cada vez con más fiereza, con más sonrisas de por medio.
Habíamos zarpado quién sabe a donde,
A nuevos descubrimientos, a nuevos cataclismos. Esos llenos de furia natural, de pasión, de locura, esa que te producen el éxtasis, de acción, de drama, de sueños.
Nunca había vivido tanto en una sola noche.
Nunca me había sentido así de feliz, así de vivo, así de poeta, así de hombre…

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