Me gustan las

magdalenas

porque son dulces, ricas,

esponjosas,

pero no puedo comerlas

porque se me enquistan en

las caderas.

Me ha entrado un hambre voraz.

Voy pa’ la nevera ¿y qué hay?

Espinacas,

tomates y

coliflor…

Pues ¿Sabes lo que te digo?

Me como la Magdalena.

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