La historia de él.

Historias corrientes,

calles corrientes
y caras corrientes.

Entre todas esas vertientes
pasó algo que destacar.

Él salía de su casa
dispuesto a regresar,
cuando desde arriba observa
una figura de cristal.

”Es ella», quiso convencerse,
y bajó con sus botas de plomo
para empujar el ascensor.

Salió a la acera y siguió,
la sombra que se perdía
en un horizonte de luces
de coches y fin de avenidas.

Demasiado lejos, ”no llego»,
y sus pasos aceleraba,
sin saber si realmente aquel rostro
sería el que tanto ansiaba.

”La bolsa que lleva es la suya»,
dijo sin recordar bien su bolsa,
pero de poco servía a estas alturas
eso de detectar la locura.

Y una mujer le para,
”no conozco esa calle», y camina.

El horizonte se vuelve más oscuro,
creyendo su sombra perdida.

Sin embargo de lejos la observa,
como se observa una estrella.

Se desvía en su camino
y sigue persiguiendo una bolsa.

Sabiendo que no la alcanzaba,
la luz roja de un semáforo
le guiña un ojo,
y acelera
en busca del tesoro,
como se buscan nuevos continentes.

Desde una cercana distancia
la bolsa cambia de color,
y su rostro tiene forma extraña.

”No es ella», se dijo,
y lloré.