Aquí comienza tu aventura, dice esta cosa.

Pero de qué aventura me hablas.

Aventura habrá sido la de aquella vez que me escapé de la ventana por una soga ninja.

Literariamente.

Aventura habrá sido aquella en la que armé un súper juego con Sherlock.

O cuando me corrieron los tiranosaurios.

Que no soy directa porque me gusta la literatura me dijeron,

es lo más estúpido que he escuchado nunca.

Qué bobada.

Mi aventura habrá sido aquella,

en la que le corté el pelo a Rapunzel porque lo tenía muy largo.

O cuando la desperté con una cachetada a Aurora.

Esas fueron aventuras, no éstas.

Ahora me encuentro perdida en el acento de un europeo.

Se puede decir que él está perdido en el pensamiento de una latinoamericana.

Se mezclan las razas,

esas que ya estaban mezcladas.

Se mezclan corazones y él no cree en las almas.

Qué pena.

Lo contagie con la fiebre de Neruda,

qué estornudo lleno de halagos.

Seguro cruzaremos montañas a caballos blancos como el General.

Seguro recorreremos ríos como Ariel bajo el mar.

Apuesto a millones de años luz a que sí.

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