Olivier Ferrase se encontraba en la antesala del crematorio de la Chacarita. Esperaba nervioso que le entregaran las cenizas de Emma.

Los recuerdos se le amontonaban en la cabeza.Su llegada a Buenos Aires como corresponsal de «Le Monde»,sus habituales caminatas para integrarse a ese mundo diferente,donde tendría que vivir lejos de casa,su Paris lejano.

Tenia 35 años y no podía desperdiciar una oportunidad así.

-¿Che franchute,queres venir al boliche esta noche ?le dijo un amigo del hostel.

-¿Que es un boliche?contestó con intriga.

-Vos vení que te presentamos algunos gatos…-le respondió.
Quedó mas pasmado todavía,pero entre quedarse solo en su habitación y conocer gente nueva,la propuesta era una buena opción.
La noche de Buenos Aires le fascinaba,ya que en ningún lugar del mundo,por lo menos en la parte que el conocía, había una noche tan diferente que terminara de madrugada sin importar el horario.

Recorrieron varios lugares,hasta que la vio.Emma bailaba desfachatadamente sin ningún compañero cerca.Era blanca como la nieve y su pelo rubio ondeaba al ritmo de la música.Y sus ojos…si ,sus ojos fueron los que enamoraron a Olivier.
Compartieron una noche larga,a Emma le atraía su acento y hablaba sin parar,las copas volaban en la mesa,sus amigos fueron desapareciendo uno a uno hasta que quedaron los dos solos.

-Contame de tu Paris,siempre soñe que algún día iría.-

-Puedes venir conmigo.-contestó el.

-No te apures Oli, que para apurada estoy yo!-sonrió ella.

Le encantaba que le dijera Oli,como su madre cuando era pequeño.Quedaron en verse al otro día,y prometió mostrarle los mejores lugares de la ciudad.

La historia fue corta,se enamoraron perdidamente y alquilaron un pequeño departamento en Palermo. Ella llegó con una pequeña valija y el cuarto se iluminó. Olivier era feliz.No  pregunto, ni averiguo nada,solamente disfrutaba cada momento junto a Emma.
Los días transcurrían plácidos.El volvía del trabajo,almorzaban ligero y luego a caminar, a conocer lugares recónditos y  solo escucharla parlotear como pájaro inquieto.

Las noches eran lo mejor, se acoplaban como si fueran una sola persona.
Hasta que llegó la hora fatal. Emma se fue de este mundo  durmiendo,después de hacer el amor. Oli despertó y sintió un frío helado junto a el,

-¡Emma! grito,golpeándole el pecho. 

-¡Emma! nuevamente gritó con desesperación.

-¡No me abandones!, lloró desconsoladamente.

Los vecinos del edificio llamaron a la ambulancia pero no hubo nada que hacer.

-Muerte súbita.-dijo el médico del hospital.

Olivier se quedó con las manos vacías.Revolvió todas las cosas de Emma,buscando algún indicio de familia.No había nada.Los documentos quedaron en el hospital, pero encontró un viejo dni con la foto de ella.

Con su carnet de periodista llego hasta el Registro Nacional de las Personas y pudo averiguar que había nacido en Pigue,Provincia de Buenos Aires.

Compró un boleto de micro y viajo un par de horas.
El pueblo de Pigue era pequeño, no le sería difícil encontrar algún rastro.

-No conocemos a nadie con ese apellido…-dijo la mujer del Registro Civil.

Caminó y caminó,pero todos evadían  sus preguntas.Entonces optó por decir que era una investigación periodística.Con algunos datos de aquí y de allá,llego hasta unos puesteros de una estancia perteneciente a un militar.

-Buen día Doña Rosa,soy amigo de Emma.-dijo

Con una mirada hosca,Doña Rosa aceptó a regañadientes conversar con Olivier.
Café por medio, Rosa se fué soltando de a poco.

-A la niña me la trajo el patrón,un día de invierno.Era blanquita y con unos ojos enormes.Creció correteando entre los maizales,ninguno en el pueblo pregunto nada a pesar de la diferencias en el color de piel.Cuando fue señorita le dijimos que era adoptada.Era como un animalito salvaje,lloro toda la noche y cuando amaneció, armó su valija y partió para la capital.Solamente me quedo esta carta que mando hace un par de años con una foto.Se la ve contenta no ?.-inquirió.

Olivier,le dejo un relicario con un mechón de pelo de Emma y partió.

El domicilio de la carta era la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. Olivier volvió a Buenos Aires y se dirigió allí en busca de mas respuestas. Emma era la nieta numero 119,nacida en cautiverio.Dicen que nunca quizo hablar de lo sucedido y que solamente dijo:

-¡La puta madre,por que me metieron en esta maldita guerra!.

Nunca más supieron de ella ,a pesar de que le ofrecieron toda la ayuda posible.

-Sr Olivier Ferran.-llamo un empleado de la Chacarita, y le entrego un jarrón con las cenizas de Emma.

Lo miro por unos días sin poder evitar las lágrimas. Finalmente  pidió el traslado a Paris pero le contestaron que su próximo destino era Barcelona.

Cuando llegó y pudo instalarse,tomó un barco hacia Ibiza y una vez en la baranda esparció las cenizas en el mar.

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