Mirarlo era uno de los placeres que podía darme el lujo de tener, verlo cada mañana de pie mientras se acomoda un traje que pareciera que fuese diseñado perfectamente para él, cuando peina su hermosa cabellera, al mirarse al espejo, cuando arregla su maletín, incluso haciendo algo tan simple como amarrar los cordones de sus zapatos se ve como un Dios griego y yo una simple mortal admirando cada movimiento suyo.

Veo que ya te vas. Otro día para limpiar el hogar y los mismos objetos que no uso nunca, ver los mismos programas en el mismo canal, y una que otra vez cambiarlo para luego volver a este. Dormir de aburrimiento y al llegar la tarde hacer té y sentarme en el balcón a esperar tu regreso. Llegas como si la vida nos hubiera distanciado un largo tiempo y al fin puedes tocarme, sentir que estoy viva, que soy real.

Lo mejor es cuando dices que estás cansado y necesitas un baño, te ayudo a quitarte la ropa mientras una bañera te espera con agua tibia, dices que te acompañe y terminamos desnudos en todos los sentidos, solemos salir a ponernos algo de vestir y hacer la cena juntos mientras escuchamos ese disco de Elvis Presley que tanto te gusta mientras bebemos de mi vino favorito. Cenamos hablando de lo mucho que nos extrañamos todo el día y de lo aburrido que es el juego de fútbol, procedemos a limpiar los trastes juntos mientras escuchamos Can’t help falling in love with you.

Cepillamos nuestros dientes, nos acostamos y terminamos haciendo el amor desesperadamente, como si fuera la ultima vez que nos veríamos, como si no existiera el mañana, como si nos necesitáramos cada segundo y el aire de cada uno estuviera en el otro. Luego entrelazamos nuestras manos y quedamos dormidos.

Llega el otro día. Te despides igual que siempre, me besas y abrazas como si fuera la ultima vez que lo hicieras, para mi siempre se siente como la primera vez. Adiós amor, espero tu regreso con ansias.

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