Horror vacui

Horror vacui

Asier

24/10/2019

No he podido escribir nada, hace tiempo que no escribo nada y si escribo algo, sin duda, es algo que no quise escribir o, en su defecto, algo que quise escribir y escribí amargamente. A veces, muchas más de las que me gustaría admitir y, sin embargo, admito tan despreocupadamente, ocurre lo siguiente, me sé escribiendo algo que ya se escribió, algo que ya existe, algo que ya fue pensado, de poco me sirve la argucia de los literatos que afirma que es imposible escribir algo inédito, pues todo ya ha sido pensado en algún momento y en algún lugar del vasto orbe, esto me sabe a poco. Otras veces, la mayor de parte del tiempo de hecho, abandono por completo la escritura, escribo nada de nada, me entrego a la más seductora molicie y me pierdo en copiosas lecturas, es un feliz plan de evasión que recomiendo con asiduidad; sin embargo, aunque no lo parezca, pues en realidad mi intención con ello va por el lado contrario, es decir, escribir más, pero que, pese a que las razones correctas me lleven a resultados incorrectos, luego de espaciados huecos temporales consigo al fin escribir, lo cual demuestra en última instancia la efectividad de este método, aunque en apariencia aplazante, pero a larga concluyente y, contrario a ello, resulte en lo práctico como no satisfactorio, pues luego, tras provechosas lecturas, adquiero sin más, sin buscarlo, y por ello con más persistencia, el «estilo» del autor de turno; esto me perjudica, me aleja de mis propósitos, propósitos que, pese a que signifiquen poca cosa para los que me leen, en caso existan tales lectores, que desde ya les pido perdón de antemano, ¿de qué?, se preguntarán, pues no sé, siempre me ha sido fácil hacerlo, creo que en ello puedo resumir mi persona y por eso lo hago, a saber, siempre he pensado que no hay motivos para pedir perdón y, pese a ello, encuentro ahora muchos motivos, motivos como el hacerles perder el tiempo leyendo esto, aun cuando piense que uno nunca pierde el tiempo al leer y por ello, realmente, no haya nada de que disculparse, y, eludiendo eso, lo hago, pues, como ya dije, tengo la relativa facilidad para hacerlo; el contaminarme con los diversos estilos de los escritores a los que leo y releo es perjudicial para mí, pues su prosa me persigue, aún ahora, pese a que no logro darme cuenta de ello y, pasando totalmente sobre mí, aparecen juegos gramaticales que no son míos, con lo cual estaría volviendo al burdo acto del plagio, que es justamente mi problema inicial y que me impide escribir, pero que ahora, irónicamente, sea éste el principal método que atice mi fuego y me permita retomar ello, resultando en, paradójicamente, alejarme de la escritura, lo cual, en vista de los resultados, descarta este método en su totalidad, inclusive a mi pesar y mi predisposición hace éste; con todo, como dije antes, no creo haber desperdiciado tiempo valioso, acaso todo tiempo está hecho para ser desperdiciado (encuentro esta frase muy conmovedora y espero, aunque sin mucho optimismo, pues así sea el caso intuyo que se deba a que la frase en sí no cause el impacto que pretendía, que nadie la haya usado antes, entonces me hallaría, quizás por primera vez, libre de plagio), pues leer siempre será más sabio que el escribir, aquí si incurro en plagio porque estoy casi seguro que esto lo dijo o escribió Borges, y por ello, en lugar de estar preocupado, debería estar preocupado (?), estoy feliz, feliz no por no poder escribir nada, sino por leer mucho, aunque hay matices, está de más decir que siempre hay matices y debo decir que, si bien leo mucho, no puedo salir de los mismos escritores de siempre, quizás sea por esto que su prosa me contamine; aquí quiero rectificar algo, no, la palabra no esa, sino, más bien, quiero aclarar algo, porque lo que digo podría prestarse a malinterpretaciones mal intencionadas, ¿ya les dije acaso que tengo muchos enemigos?, pues no, no tengo enemigos, la gente exitosa tiene enemigos, en lo que respecta a mí, no tengo ninguno, cómo tenerlos si no tengo mérito alguno para ser envidiado, la gente exitosa despierta envidia, yo no, y tampoco quiero decir con esto que me gustaría tener enemigos, nada más lejos de la realidad, estoy bien como estoy, en mi nicho, en mi nada, mi nada es muy valiosa, pese a que sólo lo sea para mí, eso, en parte, es su encanto, un encanto que sólo yo valoro y por ende, sólo yo quiero; pero hablaba sobre el aclarar un punto concreto de lo que dije, pues bien, he dicho mucho sobre el “contaminarme” con la prosa ajena, nada más lejano de la realidad, como contaminarse acaso de algo bien escrito, precisamente cuando se lee a gente tan bien versada y culta, es decir, tan contraria a mí, como hacerlo entonces, es más, diría incluso que he sido bendecido con su prosa y si algo he escrito bien, entonces es por su tácita tutela, no por mí, nada bueno puede salir de mí; naturalmente, tampoco escribo esto para desquitarme conmigo mismo, sino que, con esto, pareciera entonces que si su prosa es tan buena para mi estilo, entonces podría escribir con más naturalidad y asiduidad que antes, en todo caso, no habría problema alguno para escribir, sólo beneficios, sólo recursos adquiridos, sólo pistas para empezar, sólo espaldarazos imaginarios, alentadores, incipientes que, no obstante, me obstruyen completamente y, por ende, me frenan al escribir, puesto que en realidad, y perdónenme por lo que voy a decir: No quiero parecerme a ninguno de estos grandes y tan sabios escritores, sino que quiero escribir a mi modo, lo cual desemboca en otro problema aún mayor que he estado soslayando: ¿acaso tengo un estilo propio?, no lo sé, cómo saberlo, pero, sin querer dejar esto de lado, pese a que ahora lo estoy haciendo, me parece que he sido muy duro, no conmigo mismo, sino con lo que muy serenamente me he atrevido a afirmar, que exista un estilo propio; nadie adquiere un estilo propio sin el legado de los que leyeron o, si tuvo alguna feliz oportunidad, del que le enseñó, por esto mismo decir que el estilo que precisamente en este mismo instante estoy usando es un burdo plagio de un tercero no es más que una invectiva (tal vez merecida, no puedo refutar eso del todo, como podría) a la que hay que leer ocupado, pero no preocupado, sobre todo cuando se escribe como lo estoy haciendo, modestia aparte, ahora, de una forma tan visceral y sincera; quiere decir esto acaso que eso lo haga algo digno de ser leído, pues no, es tanto probable que no, es casi seguro que no amerite ni pensarlo y sólo quede leerlo porque ha sido escrito y como ha sido escrito tiene, como resultante, forzosamente que ser leído, no hay más que hacer y así lo hago, lo hago de forma displicente, es cierto, pero, a su vez, como diría Borges, he adquirido algunas astucias que la costumbre han acumulado en mi prosa, si es que hay alguna astucia perdurable en el tiempo; me gusta mucho, por ejemplo, usar incisos y hasta incisos dentro de incisos, si esto último cabe dentro de lo realizable, en todo caso, como me he podido dar cuenta, me gusta usarlos, me gusta cortar las frases con notas aclaratorias no contundentes, pero sí accesorias, de hecho me gusta cortar frases, me gusta la pausa, el usar comas, por eso me valgo mucho del «pero» y del «pues» por ejemplo, aunque creo, y esto me pasa seguido al punto de evitar usarlos tanto como quisiera, que abuso de ellos, puesto que en la práctica, a pesar de que los uso, coloco derivados como el «puesto que», el «sino», etc., aun cuando bien es sabido que podría usar el «y» como sustituto con solo agregarle una coma delante, cosa que no suelo hacer muy seguido; así, también evito usar el «empero» por ser muy solemne, pues lo que escribo en primera instancia no intenta ser ampuloso, pese a que es cierto que muchas veces me he visto tentado de usarlo, pero al final siempre reculo; para esto me valgo de otras maneras, tal vez más comunes, tal vez no, de usar comas, una de ellas es separar los miembros gramaticalmente equivalentes dentro de un mismo enunciado, esto también ayuda, otra forma que uso mucho se da en las oraciones compuestas, cuando la subordinada adverbial precede a la principal; sin embargo, todas estas astucias que no son más que reglas elementales de escritura caen en el olvido al pensar que la gente al leerme piensa que simplemente coloco comas a todo lo que se me cruce por la mano, cosa que a simple vista no diste mucho de la realidad; debido a ello pienso que este estilo pausado puede llegar a abrumar al lector, lo cual no busco directamente, pese a que no me molesta que se sienta de ese modo y hasta varias ocasiones lo haya buscado, no creo que sea ahora el caso; de igual modo puede que no ocurra esto y esté pensando demás las cosas, uno tiende a pensar mucho las cosas sobre todo cuando escribe, cuando en realidad debería dejarse llevar y escribir visceralmente, desgraciadamente la simpleza no se fuerza, quizás puede que sea por eso que, ya retomando la idea central, no haya podido escribir nada; estuve pensando largamente, casi de a pocos, dejando que la idea madure sin apurarla ni aprehenderla, sin exigirle nada, dejando que el inconsciente juegue su parte, desoyéndola entregado a otras cosas como lecturas o, simplemente, procrastinando, en un plan de novela que transmita paz y tranquilidad, que, a fin de cuentas, son las cosas más difíciles de hacer, en este aspecto sí he pensado que tal vez mi modo de escritura, uno pausado, uno que puede abrumar al lector, pueda jugarme en contra y por eso, tal vez contra todo pronóstico, diríase que conforme a eso, no la he abandonado, no al menos hasta haberlo intentado siquiera una vez, pero tampoco es que esté apurado por escribirla, aún, inclusive, ni la he empezado más allá de unos borradores al paso que hice alguna vez cuando no pude dormir, no obstante, también estoy trabajando en otras cosas, en otro plan de novela, esa sí creo que se ajusta más a lo que hago ahora y a colación de ello me presenta más dificultades, no creativos, sino físicos, escribir, en mi caso, y creo que en el varios, es un esfuerzo físico titánico, no sólo mental como también se piensa; por ende, no puedo concentrarme mucho en ello cuando no estoy dispuesto ni cuando mi salud flaquea, para eso, cuando lo intento, que también lo hago en ese estado ya que me obligo a concretar algo mientras pueda, me desgasto releyendo lo escrito no para corregir cosas, sino para aunarme de nuevo con el sentimiento e ideas que tenía en el instante en que intenté la novela para que la idea central se mantenga y crezca en base de personajes, situaciones, ideas secundarias que comulguen con la centrar y se realimenten y que, gracias a ello, pueda comulgar nuevamente con ese mundo que estoy creando, pero, cundo pasa esto, ya he invertido un tiempo considerable como para desgastarme nuevamente y a pesar de tener en ese momento, luego de todo ese proceso creativo, muchas ideas nuevas, no las puedo plasmar en papel (o máquina) por estar físicamente agotado, así que la mayor parte de las veces quedan en ideas vacías que se van diluyendo y perdiendo o terminan guardadas en borradores que hoy sé que tengo y que no reviso para evitar caer de vuelta en tal agotamiento, claro que de vez en cuando, en un momento impensado, donde uno no espera recibir nada de nada, uno donde está metido en sus cosas, le surgen nuevas fuerzas, se atiza el fuego que creyó apagado y, sin importarle nada, vuelve a su texto, relee todo a grandes rasgos y contra todo el sentido común termina añadiendo un aporte raramente valioso, ya que la mayoría, dado lo obtuso de las circunstancias que la produjeron, terminan siendo cosas mal escritas, terminan siendo mentiras, pero todavía en su rareza algo bueno aparece así sea improbable, este es un fenómeno insólito, pocas veces visto, pero es tal que es y con eso algo se ha avanzado, aunque sea un poco, es algo avanzado; de esta manera pasa el tiempo y el cuerpo no se da abasto para finiquitar lo empezado, en su lugar, pues esto es una labor de hormiga que no se debe descuidar en lo posible, intento ideas en paralelo menos ambiciosas como, por ejemplo, últimamente he estado intentando, la creación de poemas, pero, esto, los poemas, son un mundo completamente ajeno y extraño al que habito, mi saber es tan escaso respecto a este tema que no tengo ni idea si es posible que algunos versos sueltos que rimen, pero que no tengan métrica (acaso sabré lo que signifique esta palabra), puedan considerarse poemas, tampoco es que lea poesía, recién estos últimos momentos, donde me he visto en penosa necesidad de dejar de leer cosas largas por no poder dedicarles el esfuerzo físico que ameritan, me he abocado a ella de lleno y aún en mi afán por ahondar en algunos autores requiero poner más esfuerzo todavía, pero uno concentrado, en algunas rimas para interpretar y leer entrelíneas el mensaje (si es que lo hay) del poema, de a pocos he aprendido la belleza de unas cuentas palabras juntas, la belleza de lo simple, de lo condensado; cabe decir, dado que también he intentado algunos, que el esfuerzo mental si bien es mayor al momento de condensar una idea, sentimiento o visión a un poema, es relativamente mayor al de otro tipo de texto, es en cuanto a lo físico donde tiene su ventaja, pues le permite a uno salir ileso al terminar un soneto, por ejemplo; a cosas parecidas me he remitido al tratar de escribir poemas, pues dado mi condición actual no dispongo de las fuerzas físicas para osar hacer otras cosas, casualmente, los dos primeros que hice, han desaparecido y los hice cuando aún estaba en una condición relativamente activa, ahora, en esta condición, se podría decir que es un nuevo comienzo, he emprendido la creación de un poema más patético que el otro; esto no es nada raro, a qué si no se le dedican poemas, los temas son los mismos: el desamor y la muerte, no hay más temas a tratar, a mí no me quedan desamores, nunca tuve alguno profundo, sin embargo, la muerte es mi obsesión, las personas no eligen sus obsesiones, son abordados por ellas e insuflados por el deber misterioso de su carga a crear su obra, algo así me pasa a mí, algo así me mantiene aquí siguiendo, algo muy perverso hay dentro de todo esto y no sé con certeza que pueda ser, mas sigue estando presente influyéndonos y no hay que luchar contra ello; el primer poema que escribí en este estado, en el actual estado de enfermedad y debilidad, fue uno dedicado a mi abuela que murió hace poco, pero justamente por ser el primero es que es no es bueno y que, más allá de no haber sido mezquino con mi abuela, no puedo publicar, más allá de verme aquí siendo un anónimo, porque no sería justo tal degradación de una persona, sobre todo cuando es una querida; hubo otros poemas que hice y de los cuales a pesar de que no me desagradan no he publicado, ya sea por no encontrar el tiempo o las fuerzas para tipearlos, ya sea por un temor pueril de que me los roben, pero, en todo caso, esto último es sólo un disgusto pasajero y más tarde que pronto encontraré las fuerzas para hacerlo; todo, una vez más, se reduce al tiempo, pues, cierto es que, a pesar de no haber escrito nada, tengo otras cosas ya escritas que están en espera para ser subidas (sean buenas o no, a estas alturas es irrelevante) y que ahora que pienso en escribir algo me hacen sentir con la obligación de, primero, tipearlas, segundo, hacerles algunas correcciones gramaticales y, tercero, subirlas, pero hoy mismo no he podido emprender nada de eso, los cuadernillos donde tengo esos apuntes están lejos de mi poder a pesar de estar tan cerca; me han prohibido tenerlos, todo papel me hace daño, ayer traté…. hoy podré… mañana quizás…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS