Estos versos que hoy escribo desde el cuarto de mi casa, tiene en su mayoria un sabor a olvido. No sé porque te recuerdo como si hubiese leído un libro. Ahora bien queda de testigo el cielo, donde te encuentro como el perfume de unas alas  perdidas. Y es que en ti quise decifrar el viento de un cielo encendido, como una luciérnaga rota perdida en el avismo. Sólo me resta decir que en tus labios se a perdido esté olor a café y a olvido. Y quedas advertida, que contigo ya no vuelvo a ser, el poeta solitario que alguna vez te quiso. 

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