TERESA

En un mundo donde la maldad reinaba, nació una humilde niña, de nombre Teresa, y aunque no era ninguna princesa, estaba llamada a luchar por el bien. No era ni Santa ni de Jesús, ni dormiría sobre espinas, ni moriría en la cruz. Desde que la concibieron, algo crecía en su corazón, de mayor su rugido se oiría como el de un león. Teresa iba creciendo, en el colegio, sacar la cara por los más débiles, la irían viendo. Acabó medicina, su ambición no era ni casarse, ni estar ante una cocina. Con veinticuatro años, comenzó sus andanzas, con médicos sin fronteras marchó, a alibiar tanta matanza. En África pasó su juventud, ayudó a salvar vidas a una multitud. Los negritos la llamaban Teresa la leona, pues además de salvarles, era muy peleona. A punto estuvo de perder la vida en varias ocasiones, los malvados la odiaban, les tocaba mucho los cuyones. Nunca callaba ante las injusticias, daba la cara por los menos afortunados. Seguía luchando contra la avaricia y contra todos aquellos malvados. Aunque es España tenía su familia, Teresa envejeció luchando, en África terminó sus días, por los demás su vida dando.

Angel Márquez Díaz

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