Amor de arenas blancas.

Tocó una vez a mi puerta un buen amor.
Era aquel amor bohemio, de atardeceres y placeres,
de noches estrelladas y madrugadas sin final.

Fue un amor por quien crucé el océano ,
y él naufragó por mi.
Por quien me perdí en el Caribe de arenas blancas
y él por mí, conquistó la Habana.

Tuve alguna vez un amor al que juré amor eterno,
y le cumplí.

Tuve aquel amor bonito, pero bonito de verdad.
Aquel que te vuelve loco, pero consciente.

Aquel amor que se vuelve presumible,
que te hace sentir tanto, hasta extasiar.

Tuve alguna vez ese amor;
tan educado, tan propio y sensual.
Y así, con tan buenos modales,
un día amablemente saludó como de costumbre;
– buenas noches, con permiso- dijo,
y se marchó.

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