Ha vuelto la soledad, y el rayo de sol que cae sobre mi rostro, abre en mí caminos de esperanza.

Las ansias, el deseo y desprecio, secuestran el corazón, lo hacen inmóvil, lo tornan estéril. Le atan las manos y su pensamiento, hasta el punto que desangra. Entonces, todo gira en círculo, nada fructifica. Hay retroceso.

¡En la absurdez de la mustia soledad, he hallado libertad! Me fascina, me encanta. ¡Detesto las ataduras!

¡El alma siente la pesadez de la carga que la arrastra, que la amilana!

El amor que ansío no mora en esta tierra. Mis pupilas atraviesan la forma del orbe, y no lo hallan, se ha perdido, en el lago lúgubre del desencanto.

EL que conozco no es amor, son cadenas.

Y entonces, no existo, no sollozo, no ansío. El deseo se evapora de mi cuerpo, y el amor, yace lejos del corazón

*

No vayáis a decir
¡Oh, qué triste!

¡En absoluto!

La alegría desborda
Del carmesí de mis labios
Del vaivén de mis pechos
Y la furia de mi sangre

He amado con el alma
Y más allá del límite

He pintado con el ímpetu de las olas
Del mar

Mi pluma ha estampado en los corazones
Que a mi han llegado, perlas de vida, amor
Y esperanza.

Y he derramado a la vez,
En blancos papeles y delicados pañuelos, gotas, si
Gotas de sangre de mi corazón ajado

Más
Ni un ápice de arrepentimiento
Los lamentos, a otros corresponden.

¡Luz en la mirada!
¡Paz en el corazón!
¡Fructificación a la vida!
¡E impetuosidad a mi pluma!

¡Y el universo se extiende ante el verde cristalino de mis grandes ojos!

* Imagen tomada del muro de Sandy Cardenas.
Luz Marina Méndez Carrillo/10082019/ Derechos de autor reservados.

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