Tras la visita del huracán Patricia , el sol abrazaba el cielo, tiñéndolo de un azul casi transparente, con cegadores reflejos de oro.
El viaje hacía Riviera Nayarit se inició algo mas tarde de lo previsto. La larga noche de placeres se había ocupado de trastocar los planes iniciales.
Miró de soslayo a su compañera de ese viaje y se reafirmó en que Itzayana le resultaba insufrible e irritantemente autosuficiente.
El establecimiento de las respectivas posiciones de poder y limites entre ellos estaba resultando más difícil de lo que había previsto, pero lejos de contrariarle , le estimulaba y le divertía.
Sabía que su satisfacción sería mayor cuando la hubiera doblegado, y la viera a su merced y derrotada.
Disminuyendo la velocidad de su Jaguar I-Pace, esgrimió su cansancio para detenerse en el resort, al que sus secuaces acudirían para secuestrarla y llevarle a un destino que, a bien seguro, le bajaría los humos y la prepotencia de feminista que llevaba por bandera.
“Empiezo a notarme cansado. Quizás hubiera sido sensato descansar un poco más, pero estabas tan impaciente por partir que no he sabido negarme a ti – dijo con ironía – Unos kilómetros más delante, no muy lejos de Bucerías , hay un refuge en el que pararemos unos minutos para descansar.”
Ella sonrió con desgana y murmuró :-”No te preocupes… No pasa nada.”
Fue su apatía lo que le decidió a confesarle la historia. Deseaba tanto verle alterada.
“Creo que no te he comentado cual es el negocio más lucrativo de mi familia… Explotamos varias mancebías, me encanta esa palabra- intercaló-, que generan enormes beneficios.”
“Vaya!, exclamó ella, es curioso. Nunca lo hubiera imaginado. ¿Y no es un mundo demasiado peligroso?”, preguntó utilizando el mismo tono cortés que si estuviera preguntando por el tiempo.
“Lo es. Y mucho. Pero, como hijo del viejo, mi trabajo es el mejor, mi cometido es la renovación del parque de chicas. Ofrecemos calidad insuperable, y yo soy quien certifica la misma. ¿Qué te parecería trabajar para nosotros? Me has demostrado que tienes un potencial interesante.” añadió guiñándole un ojo.
Itzayana, obviando el insulto soterrado, le contestó, mientras le devolvía el guiño: -“Agradezco el aprecio y el ofrecimiento que me haces, pero sabes que me acaban de ascender en Bureau Veritas y no tengo tiempo libre.”
La impasibilidad de esa mujer le excitaba y le irritaba a partes iguales. Decidió cambiar de tema, pasando a trivialidades divertidas, dando a entender que todo había sido una broma.
Al entrar en Bahía de Banderas se encontraron con la vía principal cortada por la caída de una enorme palmera. Varios agentes distribuían los vehículos según el destino que llevaban.
Juan intentó evitar el control, dando media vuelta, pero varios coches tras él, le cerraban el paso.
Lentamente fue acercándose a la alcabala, mientras miraba de reojo a Itzayana . La vió ensimismada mirando los destrozos que había ocasionado el temporal y eso le tranquilizó.
Bajó la ventanilla para dar su destino a los agentes y recibir la información de la ruta alternativa que debería seguir.
Estaba mirando su reflejo en las gafas de sol del agente, cuando oyó abrirse la puerta de su acompañante y giró la cabeza justo para verla salir del vehículo con calma, mientras le decía “No te preocupes… Y no me busques.”
Impotente y furioso solo pudo ver como, con paso rápido y decidido, ella desaparecía de su vista y de su alcance.

Sintió un escalofrío en la nuca. Sabía que el viejo no se lo perdonaría.

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