Jungla distante de plantas acuáticas,
denso escenario para tristes historias,
ya no columbro tu sinuoso anochecer,
ni los prodigios de tu despertar.

Alguna vez me deseaste,
jungla de miedo y soledad,
yo si creí hacerlo,
pero ya no entreveo tu luz.

Dichosos exploradores me acompañaban,
los mejores arquitectos de la aventura,
pero poco a poco sus corazones,
se llenaron con el veneno más amargo.

No era el veneno del amor,
No era el veneno del odio,
Tampoco el de la sinrazón,
era el veneno de la indiferencia.

Ahora tus hogueras arden a miles,
muchos recogerán nuestro testigo,
y yo, doliente y abatido,
regresaré al océano de escarcha.

Tiempo después,
rememorando en vidrio,
escucharé sombrío,
el latido de tu poesía.

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