Axel se despertó sobresaltado en medio de la noche. Estaba empapado en transpiración a causa de la pesadilla que había tenido.

Leyla, su mujer, dormía aún plácidamente, ajena a todo.

Se levantó lenta y silenciosamente para no despertarla, algo bastante complicado en una carpa tan pequeña. Se abrigó con la campera de jean y salió.

Afuera empezaba a amanecer y la niebla, que les había obligado a acampar en medio de la noche, aún no se había disipado. Pero el aire fresco de la mañana le hizo bien. Siempre que manejaba muchas horas soñaba luego que seguía haciéndolo, pero esta vez había sido distinto, desagradable. No recordaba claramente el sueño, aunque lo intentaba, pero le había dejado una sensación extraña, perturbadora. No le diría nada a su mujer, ya que lo tomaría como un mal presagio. Se preguntaba siempre por qué las mujeres valoraran tanto suss presentimientos. Y cuando Leyla le comentaba preocupada algún sueño, él bromeaba diciéndole: ”recuerda los idus de marzo”.

Caminó hasta la camioneta, la vieja Lada Laika 95, abrió el baúl y sacó el calentador portátil y los elementos para preparar café. Vertió media botella de agua mineral en un jarro y mientras lo calentaba, se puso a consultar el mapa para ubicar su posición. Necesitaba alguna referencia y la última que tenía de confianza, era la estación de servicio donde había cargado gas-oil la tarde anterior. No entendía en que momento se habían apartado de la ruta. Por supuesto que debía haber sido por culpa de la maldita niebla, cuando ya habían emprendido el faldeo de las montañas, pero era imposible que se hubieran salido del camino ¡No habían pasado por ninguna bifurcación! Aunque, de noche y con esa visibilidad…

Tal vez habían tomado algún camino vecinal, que no figuraba en los mapas por insignificante…

Su mujer se despertó y sintió súbitamente un intenso frío. Se puso un pulóver que encontró en el bolso y salió de la carpa. Afuera yahumeaba el café

-¡Buen día! –dijo él, mientras le acercaba una taza – Antes de que me preguntes… ¡no consigo ubicar donde mierda estamos!

Ella le contestó riendo: ¡Como siempre!.

-De todas maneras- prosiguió Axel- no debemos ser los unicos humanos por acá, escuché unas cabras, no muy lejos. Si hay cabras hay pastores. Es cuestión de preguntarles donde queda la ruta y de ahí retomamos el camino.Vos quedate acá que en menos de media hora estoy de vuelta.

-¿Por qué no esperás que aclare un poco más?

-Esta gente se debe levantar tempranisimo, quiero salir cuanto antes, ya nos atrasamos bastante…

-Me da un poco de miedo, ¡tené cuidado!

Axel se rió, se subió el cuello de la campera y empezó a caminar, a paso vivo hacia donde venia el sonido de las cabras. A los diez minuto de andar, divisó unas casita humilde, donde un anciano estaba cargando bultos en una carreta

-¡Buen día! ¿Le puedo hacer una pregunta?

El viejo movió la mano, en lo que pudo ser un saludo o un gesto indicandole que se acerque.

-Disculpe la molestia, resulta que me salí de la ruta por la niebla y no se como retomar. Si fuera tan amable de…

-Va a tener que esperar hasta cerca del mediodia, dificil que despeje antes. Ahí aprovecha y le pega duro y parejo como para el lado de los picos nevados. Ni bien encuentre un riachito busque el puentecito para cruzarlo y después doble a la izquierda que la ruta se le va a aparecer ni bien haga cinco o seis kilómetros…

Cuando el viejo terminó de explicarle, siguió cargando sin más los bultos, como apurándose para recuperar el tiempo perdido. Más por decir algo que por curiosidad, Axel preguntó, señalando la carga:

-¿Llevando quesos y dulces a la feria del pueblo, jefe?

El viejo lo miró a los ojos y se sonrió:

-Lo de quesos y dulces está bueno, pero lo de feria del pueblo está mejor…¿Sábe que llevo acá?

-No, la verdad que…

– Recuerdos que la gente elige olvidar. Algunos muy tristes, otros alegres.

-¿Quién querría olvidar algo alegre?

-Alguien que sabe que perdió eso para siempre y le duele el recordar.

-Parece que por acá tienen un sentido del humor que…

El viejo sonrió

-¿le parece raro?¿no reniega cada dia con cosas más raras y dejó de notarlas de puro acostumbrado?¿de verdad le parece que lo suyo es normal, sólo por verlo todos los días? Mire joven, usted entró a esta zona de puro chiripa, eso que usted llama niebla fue como una tranquera abierta, cada vez que eso pasa alguno se nos cruza, pero no se preocupe mozo, siga la ruta que le indiqué y va a volver al camino conocido.

Ahora, si me disculpa…¡tengo que terminar de cargar! ¡que tenga buen dia!.

Cuando Axel volvió a la carpa, su mujer ya había terminado de desarmarla y estaba guardandola en la camioneta.

-¿Y? ¿Pudiste averiguar algo?

-Creo que si ¡La gente por acá es un poco rara! Pero ¡Subí y vamos que creo haberle entendido al viejo que le pregunté, como carajo salir! ¡Esperá que te cuente la charla!

La camioneta arrancó bruscamente dirigiendose para el lado de los picos nevados, alli llegaron hasta un pequeño rio, al que bordearon buscando el puente. Cuando lo cruzaron, Leyla le señaló un cartel viejo y descolorido, donde aún se leía el nombre: “Leteo”.

-Mirá, debe ser el nombre del rio:”Leteo”.

Axel apretó a

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