Un campanario y una lágrima

Un campanario y una lágrima

Bryan Chris

16/09/2019

La juventud loca y arrebatada, de miradas que por momentos se enternecían, jóvenes que todo lo podían y al mundo conquistar salían…en aquellos días enamorado iba por la vida, de bella ferreñafana que encandilaba mis días… Mujer hermosa que conmigo sueños compartía, nuestros días eran felices y se podría decir que hasta hubo perdices… Siempre ella radiante ante mis ojos endulzaba mis días con cariño y mucho amor que cada día me ofrecía, solíamos al campo ir con amigos donde bromas ella me hacía, todo era alegría en nuestros días, donde conversar era cada noche en la acera sentados a la orilla, no faltaba la guitarra para entonar falsetes y melodías, cada mañana esperaba el nuevo día, siempre que juntos estábamos nuestro amor sobre palabras y besos dulcemente descansaría… Todo era felicidad y algarabía, todo era miradas y sonrisas cómplices cada día, quién pensaría que la felicidad, eterna no sería, quien podría imaginar que al enterarse su madre la relación prohibiría… Los días difíciles llegaron y saber qué hacer, no sabía, el elemento sorpresa no faltaría, pues a escondida nos encontrábamos y muchas noches bajo la luna, de besos su amor me daría, a escondidas nos pudimos amar cada día, jóvenes locos que amor eterno nos juramos ese día, que por siempre juramos amarnos, que amor por noches nos entregamos, jóvenes que una vida juntos planeamos, era intenso lo que los dos sentíamos que no importaba la mirada ajena que nos seguía, pues ya estábamos destinado o al menos eso yo creía… La vida difícil para ella se ponía, las lágrimas se hicieron común cada día, ella de su casa ya no salía, era más difícil vernos a escondidas, los días pasaban y de ella noticias muchas veces no tenía, la amaba y la amo todavía… De tantas lágrimas que ella por la relación pagaría, por un amor que sentía y era lo que en silencio muchas veces callaría, que en noches como esta su mirada ella me regalaría… La ausencia de su mirada, me dejó en la oscuridad de mis días, cada vez de ella no sabía, por días, sentado en la acera y en aquella orilla, esperaba solo verla, no importaba ya sentir sus manos sobre mí mejía, si eso, la tranquilidad le daría… Después de un tiempo, una tarde en Chiclayo en un parque fue la despedida. Lágrimas brotaron y el corazón pedazos se nos hacía, no queríamos separarnos, pero tenía que hacerlo para que la tranquilidad a ella pueda llegar a su vida y deje su llanto de cada día… Esa tarde La iglesia a nuestras espaldas, nos observaba, Un campanario aquella tarde nos escuchaba… Un viento suave y apacible nos acariciaba y en la calle de doble sentido, el viento soplaba… Caminamos de la mano Y la tristeza nos acompañaba, Dejamos que miradas inciertas Nos observaran, Qué pasos lejanos nos acompañaran, y oídos extraños nos escucharan… Esa tarde la gente nos miraba ajena a la realidad de nuestras vidas, el adiós se acercaba y los minutos morían, la tarde caía y no quería que el momento llegue de la despedida, las lágrimas no cesaban y el dolor ahí aún estaría, me abrazó llorando y me decía que no me olvidaría, me abrazó y llorando amor eterno, me juró ese día, en llanto mis ojos se refugiaron y con él se acompañaron todo el día, el dolor de un adiós que llegó con un beso y una lágrima de despedida… Aquel pañuelo que sus lágrimas secó ese día, lo conservé por si algún día ella volvería y lágrimas de alegría secaría, aquel pañuelo por siempre lo conservaría, sus lágrimas me dolieron junto a su despedida y duelen todavía, ese día su pañuelo en mi corazón yo guardaría. Ese día el pañuelo esperó que volviera… Pero ella no volvería.

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