♦EL ÚLTIMO PRIMER MINISTRO*

♦EL ÚLTIMO PRIMER MINISTRO*

Luis Madrid

15/09/2019

(Fragmentos)

…Aún recuerdo esos días agitados, como si se tratase de un cercano ayer. Allí estaba en su despacho el Primer Ministro: sentado en su cómodo sillón de terciopelo, intentando encontrar la serenidad necesaria, para tomar algunas decisiones importantes, sin duda transcendentales. Estas mismas, útiles ya no solo serían, para un proyecto, cuya única certeza parecía ser la caducidad del mismo; sino también para un país entero, el cual pese a diversos esfuerzos y buenas intenciones, claro era que se venía abajo. El silencio tensionado de su oficina, no pudo favorecer opción alguna que le permitiera, evadirse de cuantas preocupaciones han de poblar, la mente de un hombre público, cuando las situaciones altamente críticas, empiezan a cruzar la disuasiva línea amarilla. Quizás por esto mismo, a distintas horas del día durante meses enteros, inequívocamente podía verse en su mirada, más de un signo de extravío o contrariedad. Qué bien podían despejar toda duda, respecto de cómo en su mente, sus propias ideas debían estar, ante tantas complicaciones por superar. La famosa sonrisa amable que había favorecido su imagen dentro y fuera de la federación, había desaparecido para en mucho tiempo no volver. Pues simplemente debido al preocupante devenir de los acontecimientos, no podía haber lugar en su rostro, para que esta pudiera hacer de forma distendida, su más que deseable aparición. Las preguntas que a esas horas debía intentar formularse alguien con su responsabilidad,sin duda tenían que ser muchas; así como las respuestas efectivas que le venían en el pensar, contrariamente, es no poco probable, que hayan debido de ser pocas. El “¿Qué hacer?” de Lenin, o las nuevas recetas liberales señaladas por los europeos, parecían ser de cuestionable utilidad práctica en aquellas fechas. Creo que lo único que podía adivinarse tras su semblante, altamente predecible hasta para un observador imparcial, es que no quería hablar con nadie. Pues quizás le acompañaba la nefasta certeza, de que nadie de importante influencia o poder, interesado estaría en escucharle, sin colocarle una vez más entre la espada y la pared.

Lamentablemente el entorno social y político de aquellos días, conspiraba contra su persona. La mayoría de los políticos, reconocían sus méritos y buenas intenciones. En occidente se saludó su nombramiento, según aun puedo recordar, con gestos de aparente y sincera amabilidad. El gigante rojo por su parte, que para entonces también vivía tiempos de agitaciones y profundas contradicciones entre su prédica y su hacer; también simpatizo con el nuevo líder. Pues después de todo, y a semejanza de su reformador aliado del Kremlin, también empeñado estaba en conservar un mosaico, que para finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo XX, parecía altamente incompatible entre sus partes componentes. Sucedía que las ventajas del ayer, mitificadas por orden de la nomenclatura, no alcanzaban para revestir de colores amenos, las distintas realidades que le tocaba encarar al ciudadano común. Este último, a la espera de respuestas y soluciones que fácilmente no podían llegar, ya estaba en condiciones de reconocer, el cómo se agotaba irremediablemente una retórica poco inteligente, que había degenerado aún más en palabrerías inútiles…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS