Parezco árbol sino bate el viento.

Inmóvil,

anclado siempre a mi raíz.

Me hundo inclinado,

divagante y siniestro a veces.

Que no hizo caso a las pequeñas muertes posadas,

en la tierra que rodeaba el tronco,

en un fosal callado y gris y todo…

Cuando despierte,

cuando desperté …,

blancos acordeones, lechosos, silbaban,

rumiando hojas,

tragando savia.

Ay¡, ¡sin vuelo nunca!

¡Jamás con alas subiendo el aire!

Sólo reptando como serpientes mudas, o lentas, o muertas.

Solamente eructos de nichos verdes,

sólo alzando sus claros hocicos al cielo,

aullando mantras,

el blando coro.

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