Lo que nos dijeron antes del olvido

Lo que nos dijeron antes del olvido

Polanesa

13/09/2019

Nos dijeron que llegado este punto sabríamos cómo actuar, qué sentir, qué decir. Pero antes de la partida hubo un quiebre. Se esquivaron las miradas y se callaron las verdades. Se agacharon las cabezas y se oprimieron los pechos. Sin mirarse y sin decirse. No es que haya sido un quiebre repentino. No. Comenzó con un pinchazo inadvertido, una raspadura pasajera, una grieta postergada, un cráter irrecuperable. Y cuando quisimos darnos cuenta, cuando nos encontramos en este punto, ya estábamos muy lejos, casi invisibles, desconocidos y desmemoriados. Apenas unidos por una fibra de araña que se pierde en la oscuridad. Y tan desacostumbrados estamos a la luz, que la mínima penumbra nos enceguece y nos vuelve inútiles, tapándonos los ojos con las manos y desoyendo todo a nuestro alrededor.

Nos dijeron y nos repitieron y nos dibujaron mapas y nos susurraron en sueños, pero tan empecinados estábamos en perdernos que nos olvidamos y nos escondimos de nosotros mismos. Nos volvimos adolescentes indefensos, fácilmente manipulables y falsamente insurrectos. Nos buscamos para evadirnos y nos desencontramos para esperarnos. Vivimos con esta angustia arraigada en la panza y la llamamos opresión. Carburamos ideas estériles hasta la implosión y le llamamos estrés. Perseguimos huellas de migas de pan que ya no están, creyendo rastrear así esta ilusión ignorada. Oscilamos entre un extremo y el otro para aferrarnos de las barandas que nos separan del vacío, por miedo a seguir adelante. Y nunca, nunca nos miramos, nunca, nunca nos decimos.

Nos dijeron que iba a ser difícil, pero nos sobrevaloramos. Nos creímos libres e invencibles. Nos supimos eternos y nos confiamos. Nos dejamos llevar y nos comimos el verso. Que la tierra es plana y es el centro del universo. Que la vida es dura y hay que cavar con escarbadientes para sobrevivir. Que no somos nadie si no somos alguien. Que estamos solos. Que no nos entienden. Y llegado este punto, escondidos en la madriguera de la inercia, sin ser nadie y estando solos, nos encontramos y nos miramos. Y no sabemos cómo actuar, qué sentir, qué decir. Nos miramos y nos buscamos. Tratamos de entender cómo fue que llegamos hasta acá. Nos esforzamos por recordarnos, pero es en vano. No somos libres ni invencibles. No tenemos noción del otro ni de nosotros mismos.

Sin embargo, nos intuimos. Sin estar muy seguros de nada más, nos confiamos. Y aunque no recordemos nada de lo que nos hayan dicho, lo intentamos. Aceptamos ese ínfimo y tambaleante halo de claridad, y volvemos a empezar. Nos miramos y nos decimos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS