Sin prisa alguna y sin pensarlo,
más tú, ladino del tiempo
como has hecho de mis desilusiones
impulsar tan pesado ser macilento,
que en ese mismo momento
mis sentimientos solo eran estaciones.
Hasta entonces,
sin intención alguna
opté por conocerte.
Mas tu magnetizador ser
yo creía inexistente,
y precavida fui
a tal oportuno instante
no dejar ir.
Así, seguí escuchándote,
mirándote,
y tan impresionante resultaste ser
que cada herida fue sanada
con la canción de tu voz
y tu mirada profunda, encantadora,
definitivamente cautelosa…
Y en ella caí
a pesar que dentro de mí
tal cual una roca me bloqueaba,
mas mi corazón
bañado en cemento acariciabas
y yo… sentía.
OPINIONES Y COMENTARIOS