DESEOS OBSESIVOS…

Juzgada será por cualquiera que la escucha pero a ella es lo que menos le importa, siempre grita que le gusta follar, que lo que busca es sentir placer; encontró a alguien que podría ser el siguiente en la lista, suena perverso, pero para ella era lo mejor, ya el amor no era lo más importante en su vida, solo amaba sentir el placer que generaba gemir y escuchar los gemidos de aquellos que la deseaban… aunque decía que no amaba, él, solo él se volvió para ella una obsesión e insistente, cada vez que podía le escribía, hasta que una noche apenas comienzo de mayo, muy exactos; el primero, ella encontró un mensaje de aquél que se había rendido con sus halagos y quizás por el placer que esa noche emanaba y sí, para que alargarles más lo que se venía, ella sentía ya esa felicidad de; de pronto lo follaré, se preparó como nunca, se bañó, aseo su cuerpo por completo, se llenó de perfume cada parte de su cuerpo y ya tenía preparada esa lencería roja que imaginaba… lo dejaría atónito, sin más acá, cerca de su casa dejaba un taxi una carrera, ella sonriente decía que era una señal y que todo está destinado para su objetivo, todos pensarían al verla salir faltando 15 para las 12, que podría ser la asesina de cualquier historia y ¡sí! si se lo hubiesen preguntado respondería; iré a matar algo que desde hace rato lo mato en mis noches, feliz y sin remordimientos diría; pues era así, sin tanto reparos y quizás era lo que atraía de ella.
Al llegar al lugar indicado la esperaba él, con una sonrisa tan hermosa y tan impaciente, decía ella al contarme que sentía la respiración como se aceleraba tan rápido en ambos, el momento era mágico para ella, podría por fin disfrutar aquella noche lo que tanto había deseado, no esperaron mucho las copas de vino, y abrieron paso a los botones del vestido, su sonrisa fue majestuosa al ver aquella lencería, me decía; creo que él suspiró con ansías inigualables pero cuando los besos invadían sus cuerpos y todo ya desbordaba pudo sentir que él, se fijó en aquellas cicatrices que aunque no le podían a él hacer ningún daño, no lo dejaban sentirse a gusto, se dejó invadir por los estándares de belleza que matan a aquella ilusa del amor, y de la vida; que nuevamente le jugaba una mala pasada, y sí, la noche se terminó en suspiros, en respiros acelerados, en insomnio y en una lágrima de aquella ilusa y fallida noche de deseos obsesivos.
Shimitridozz Oro
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