La última vez que vi a Jazmín

La última vez que vi a Jazmín

Aquella realmente era una mujer digna de admirar. No solo por su gran belleza, si no también porque poseía en su interior una fuerza descomunal, la cual transmitía a sus interlocutores a través del fuego verde de su mirada. Su rostro parecía una pieza de porcelana , donde el tiempo no había dejado casi ninguna marca, a excepción de una cicatriz que partía su labio inferior justo a la mitad. Eso me llamaba poderosamente la atención hacia su boca, aunque no era el único motivo para mirarla. Ella era sin duda la mujer más atractiva que he visto hasta ahora. No es de extrañar, que a mis escasos once años, cuando la ví por última vez, estuviera perdidamente enamorado de ella.

Es muy común enamorarse de la maestra en la infancia, pero en esos casos es un amor puro y tierno, ausente de cualquier deseo pasional, es un amor carente de cualquier tipo de malicia. Mi caso era diferente, el solo hecho de estar frente a la maestra Jazmín me hacía sentir excitado. Claro que en ese entonces no sabía lo que sentía por ella, en mi inocencia de pre-adolescente, tenía una idea vaga, de lo que era el amor y pensaba que era amor.Ahora que veo el mundo con ojos de adulto, se que solo quería tener sexo con ella, y no era de extrañar, que me causara tal atracción a esa edad donde empiezan a despertarse en uno ciertas inquietudes.

Todavía hoy, no puedo evitar sentirme atraído por el recuerdo de la belleza que aquella mujer poseía. Tenía una larga cabellera negra lacia, la cual peinaba hacia los costados dejando su frente al descubierto.Sus ojos eran como un par de almendras verdes refulgentes, tenía una pequeña nariz ligeramente torcida hacia la izquierda y dos pequeños pero carnosos labios bien delineados. Su cuello era excepcionalmente largo y delgado, adornado por un collar negro del que pendían dos argollas de oro entrelazadas, una junto a la otra. Era una mujer de altura promedio,su piel era de una tonalidad exageradamente blanca,como si fuera una hoja de papel. En la cual se habían dibujado miles de líneas de tinta, que describían dibujos indescifrables que cubrían casi todo su cuerpo bajo la ropa.Exceptuando sólo su rostro, sus brazos y la piel bajo las rodillas. El motivo de aquello era evitar que se vieran sus tatuajes mientras realizaba su trabajo. Aquello era muy comprensible, nadie contrataría una maestra de primaria que le enseña sus tatuajes a los alumnos.

Si no la hubiera visto casi sin ropa, ni yo me hubiera enterado de la existencia de aquellos tatuajes, motivo por el cual me animo a declarar que estaban muy bien escondidos. Jazmín era una mujer muy coqueta, siempre vestía la ropa ajustada a su curvilíneo y bien proporcionado cuerpo.Usaba un perfume cuyo aroma cargaba de sensualidad la atmósfera a su alrededor, lo que la hacía aún más atractiva para los hombres que la conocían.

Yo tenía casi doce años recién cumplidos. Más precisamente estaba a un par de horas de cumplirlos, en el orfanato donde vivía junto a otros niños era común hacer una fiesta para todos los niños que cumplian en ese mes. Eso era para recortar gastos, además, éramos demasiados. Y la directora no quería que tuviéramos fiesta todas las semanas, porque decía que éramos muy bulliciosos. Estaba jugando con mis amigos a las escondidas cuando la ví entrar por el portón delantero del orfanato. Estaba vestida con un ajuztado vestido color gris opaco, se veía magnífica en esa prenda. Me acerqué a saludarla y allí fue cuando me hizo el mejor regalo que había recibido hasta entonces en mi vida.

  • Tengo una sorpresa para tí, cuando puedas acércate a la cocina, sin que nadie te vea- susurró a mi oído derecho con un tono demasiado sensual.

Continué con el juego entonces, ansioso de encontrar la oportunidad de encontrarme a solas con Jazmín en el lugar indicado. Al rato me tocó a mí el turno de buscar a mis amigos, entonces noté que era la oportunidad perfecta. Al término de mi cuenta, me volteé para mirar a Jazmín, que estaba a pocos metros de allí, le sostuve una mirada picarona y me dirigí hacía la cocina. Prendí la luz para asegurarme de que no había más nadie allí. Segundos después, Jazmín entró en la cocina detrás de mí.

  • Creía que lo habías olvidado- dijo mientras cerraba la puerta.
  • Jamás lo olvidaría- Respondí con asombro.
  • Eso esperaba, hubiese sido una lástima perder una oportunidad como esta- Su voz estaba cargada de una sensualidad mucho mayor a la habitual y sus carnosos labios húmedos refulgían cargados de pasión.
  • ¿ Qué tienes para mí ?- A decir verdad, pensaba que era una manoseada , y me sorprendió cuando sacó esa extraña botella de su bolso.
  • Es una probada de cerveza- Me dijo con una mirada risueña, – Estoy segura de que no la has probado antes-
  • Nunca la he probado- Contesté, realmente no quería aquella cerveza – Dicen que la cerveza es mala-
  • Solo le hace mal a los niños, es buena para los hombres, tu ya eres un hombre no es así ?-
  • Claro que los soy- Noté que Jazmín estaba disgustada por mí miedosa reacción, eso me puso incómodo. Yo no quería tomar cerveza, pero tampoco quería que creyera que no era lo suficientemente hombre como para hacerlo.
  • Si no quieres no hay drama- Acotó Jazmín con una mueca de disgusto mientras hacía ademán de volver a dejarla en el bolso.
  • Dámela- Le dije con apuro mientras tomaba la botella de sus manos de una manera presurosa y nada amable. Creo que eso le gustó, la ví sonreir de una forma extraña mientras yo me llevaba el espeso líquido amargo a la boca.

Luego de eso me sentí un poco mareado y la visión se me tornó borrosa, me quedé dormido de repente.

Cuando desperté, ya no estaba en la cocina de mi antiguo orfanato. Estaba en una habitación oscura, fría, con mucho olor a humedad e invadida por un extraño sonido constante, como si fuera una corriente de agua. Estaba asustado, me había orinado encima, eso me hizo avergonzar. Luego Jazmín entró por una pequeña puerta situada justo frente a mí, llevaba una pequeña vela negra en las manos, la cual daba una a la estancia una luz mortecina cargada de energía oscura. El ambiente se puso realmente pesado tras su ingreso y me costaba trabajo respirar. Sentía que la vida quería escapar de mí corriendo, como una liebre perseguida por un galgo.

Por la escasa luz que daba aquella velita horrible, pude ver que estaba encadenado como un perro, con dos cadenas gruesas que cruzaban mi abdomen. Mis piernas dolían pero estaban sanas y libres. Mis manos no las veía ni las sentía , pensé que Jazmín me las había cortado. Comencé a llorar al ver esa escena enferma.

  • Oye no seas marica- Dijo Jazmín con un tono burlón. – No es para tanto, dentro de poco se te pasará el dolor-.
  • ¿Por qué me haces esto?- Pregunté llorando.
  • No lo tomes personal, solo necesito que me alludes- Contestó mientras lamía mis lágrimas.

Eso no me gustó,no fue como imaginaba, su lengua estaba áspera y sucia.

  • ¿ Qué ?- Yo estaba desconcertado. Jazmín sonrió de una manera asquerosa.
  • Verás, a mi edad, ya no puedo alojar demonios en mi cuerpo, no tengo la energía suficiente – hizo una pausa, – pero tú sí que podrás, eres jóven y fuerte, alojarás muchos demonios en tu cuerpo- Jazmín notó mi expresión de horror, – no te preocupes, no duele, yo alojé a mil demonios en mi cuerpo durante mi vida, y no he muerto-

Aquello me dejó atónito, aunque a decir verdad, no lo entendía del todo bien. Mi angelical maestra de primaria a la que tanto amor le tenía…¿ Me estaba pidiendo que alojara demonios en mi pequeño y demacrado cuerpo ?. Entonces estaba condenado, moriría en ese lugar horrible, con aquella mujer horrible a la que hasta entonces había considerado el amor más grande de mi corta vida. Deseé con todas mis fuerzas poder salir corriendo a allí de inmediato, pero aquello no fue más que un deseo. Las cadenas me sujetaban con demasiada fuerza, yo no sentía manos y la atmósfera de muerte que provocaba la luza de aquella vela negra me hacía sentir cada vez más débil.

Supe entonces que aquel era mi final. Desde niño había tenido la esperanza de tener una vida larga y plena, y era realmente funesto ver esos sueños truncados por la mujer con la que soñaba.

  • Cuando esta vela llegue a su final, un demonio entrara en tu cuerpo- Dijo Jazmín con abrumadora claridad. – Será divertido, podrás pedirle un deseo- luego de eso soltó una risita. – Aunque creo que ya sé lo que quieres-.

No supe jamás como lo había notado, yo siempre trataba de ser disimulado. Pero noté que sabía de mi deseo cuando comenzó a quitarse la ropa y a quedar totalmente desnuda frente a mí. Entonces fue cuando pude ver por primera y última vez todo su cuerpo al desnudo, sus perfectas curvas y sus horribles tatuajes formaban un combo excitante y macabro a la vez. La vi montarse sobre mí, pero da la casualidad de que eso no era lo que deseaba en ese momento, al menos no en el momento en el cual la vela se apagó. Lo último que vi, fue como me bajaba los pantalones, en ese entonces la atmósfera macabra llegó a su máximo poder. “Quiero que muera, quiero salir de aquí “ fue el último pensamiento que tuve antes de caer inconsciente.

Desperté unos días después, atado a la cama de un convento, en el piso superior. A mí lado había dos sacerdotes y una monja.

  • Creo que esto fue todo un éxito- Le dijo el sacerdote más viejo, de pelo totalmente cano a otro más joven, que tenía la cara picada de viruelas.
  • Demos gracias a dios- Dijierón los tres al unísono y dicho esto se pusieron a rezar.

Pasé unos días postrado en aquel lugar, pero cuando ya estaba recuperado vino a buscarme la directora del orfanato donde vivía. Ella me contó que estuve poseído 13 días, el primer día me habían encontrado en el sótano de la casa de Jazmín, en una habitación oscura y húmeda. Jazmín estaba completamente desnuda, muerta a mi lado. La buena noticia, es que a conservaba mis manos, solo que en ese entonces por algún motivo no las sentía. Supongo que fué el terror de aquellos instantes. Pero a pesar de que aquello quedara en mi memoria por siempre como el peor recuerdo de mi vida, debo dar gracias por salir de allí con vida, ya sea que se lo deba a dios o al demonio que cumplió mi deseo aquella vez.

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