Te veo sin querer en cada esquina,
Te acercas sigilosa seduciéndome
Con tu mirada casi mezquina.
Tu elegancia siempre cautiva,
Eres la gloria que mi alma no ha
Dado por perdida.
Un día extenderé mis brazos para
Que me devuelvas la vida,
Y a mi corazón regrese la alegría.
Entonces aguardaré sin prisa
Mi hora de partida,
Porque sin importar el día siempre
Es un placer darte la bienvenida.
A.J
OPINIONES Y COMENTARIOS