Café nocturno

Café eres, el café dulce de mis sueños

Despierto en media noche recostada en tu pecho, oliendo las siete maravillas salir de tu exhalación. El cielo está despejado, con sus estrellas intactas. Lana del Rey sonando en la radio de tu Ford Mustang de color verde extraordinario; como tu sonrisa. Me cantas poesía mientras acaricias mi pelo dorado, finjo estar dormida para que no te detengas. Ambos permanecemos acostados en el campo mientras que nuestras almas toman un café arriba del auto, escucho sus risas contagiosas pero evito reír ¿te pasa lo mismo?

« Café eres, café dulce de mis ojos. Te veo en el, te veo siempre en mi café. Cómo olvidarte preciosa, cómo podría olvidarme de ti, si te veo día y noche en mis sueños. Café eres, café »

Sigo en la mentira de estar dormida, con tu dulce canto caigo en mi propia trampa, logro dormirme pero escucho tu dulce voz de fondo.

« No te olvido, no me olvides. Recuérdame en tu café querida, recuérdame en tu café »

Sonrío sin prestar atención a tus palabras. Escucho llorar a mi alma y rápidamente me levanto, la veo sola sosteniendo su cabeza con sus manos, derramando litros de tinta negra. No está el Mustang, ni su cuerpo y tampoco su alma, se han marchado y nos han dejado solas en medio de este campo. Permanecemos bajo el cuidado de las estrellas que nos regalan una mirada perdida y una sonrisa falsa mientras caen lágrimas de sus mejillas. Le pregunto qué ha pasado y ella contesta « Se ha ido, se han ido. ¿Qué no has escuchado su canto? Su canto cobarde y perdido.»

Llora mi alma y llora mi cuerpo, llora la luna y lloran las estrellas. Todos el mundo llora, hasta el río Uruguay, hasta el Amazonas, hasta mis recuerdos. Litros y litros de tinta que inunda el universo entero. Va por los caminos de tierra, debajo de los ríos y hasta del propio inframundo, recogiendo lágrimas de todos los corazones rotos, recogiendo falsas promesas, absorbiendo en una gran esponja de cocina litros de tinta negra para luego exprimirla y derramarla en el universo completo, arruinando la luna, volviendo de color negro el planeta y haciendo llorar cada vez más a las estrellas. Mi alma se queda con el café ya frío y yo me quedo con su canto cobarde y perdido. Bajo la luz de la luna y el guiño de las estrellas permaneceremos por siempre en nuestro Mustang cereza, escuchando Lana del Rey y tomando ese interminable café.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS