Cuando ves borroso

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Uno de los limpia parabrisas se trababa siempre cuando llovía. Había un truquito para que vuelva a moverse aunque era difícil hacer que sincronizara con el otro párpado. Y así nos olvidabamos de arreglarlo y hacerlo ver. Porque nadie usa el parabrisas cuando no caen gotas y entonces cuando llovía lo poníamos en marcha y se volvía a trabar. Era justo el parabrisas del lado del conductor.

Así maté al perro de mi vecino. Un dogo blanco viejo con manchas marrones. Llovía y el ojo izquierdo del auto tenía un lagrimar y veía borroso. Con el brazo y un trapo y conduciendo lentamente tampoco servía. La culpa es mía. No hay cuento. No hay retorno.

El Dogo, criado en Esquel había matado a Timba, nuestro perro de Rhodesia que tenía el remolina, una cresta de pelo a contramano sobre el lomo la espalda.

Todo lo que habíamos creer arreglado casi siempre se rompe.

Yo nunca dije nada del Dogo. Estacioné el auto y me encerré sola en mi cuarto para llorar un poco. Solo había sentido un golpe

y desde el espejo retrovisor ví su cuerpo al costado sin movimiento.

Ahora cargaba con una muerte. De chica con mis hermano había matado babosas con sal, le había disparado a pájaros con el rifle de aire comprimido. Pero ahora no podía más con eso. No podía ni pensar con matar a un ser vivo.

En el colegio que quedaba cerca de casa me habían dicho que papá había matado a un hombre que nos amenazaba por teléfono y se apareció un domingo de lluvia en la vieja tranquera. Datri , el socio de mi viejo le había regalo la beretta. A mi papá le gustaban las armas italianas pero prefería la Smith& Wesson o la Colt o las alemanas.

Era extraño ser la más chica en casa y era extraño ser la única mujer aparte de mamá. Ella estaba siempre sentada, fumando y leyendo. Parecía que vivía en otro mundo aislada aunque por las noches tarde tomaba unas copas con papá y bailaban escuchando canciones lentas de los 80´s.

En esos años él no trabajaba y se puso manos a la obra para arreglar la casa.-Y después, la pileta- nos dijo- Todos juntos vamos a hacer la pileta. Se daba maña con la albañilería. Era de una generación a la que sus padres le había pasado un oficio como un seguro de vida por si la cosa universitaria fallaba. El había estudiado sociología, trabajó mucho tiempo en publicidad con los Gowland, Ratto y después se abrió solo. Había sido asesor de Casella, de Angeloz y de Aldo Rico. Su último intento en la industria política había sido con Reutemann,al que se refería como Carlos Roitman.

Hizo menos plata con la publicidad que con la Quiniela. Se sabía , en el barrio y en club que más de diez levantadotes de números operaban seis veces por semana con número que él cantaba y a veces callaba.

Era raro mi viejo. Pero siempre lo veía tranquilo rodeado de amigos o haciéndose de amigos desconocidos. Tenía un aire a Chevy Chase y hasta mucho le decían Chevy por la película Vacaciones. él decía que hacerse el boludo puede ser algo muy bueno. Pero yo en vez lo veía como una especie de Cocodrilo Dundee , más pícaro que tonto sacando gatuzo, cazón, pez limón desde la costa o en el campo algún jabalí, un ciervo del pantano o un yacaré. Algo que dejó de hacer cuando lo multaron y por fin entendió que el mundo había cambiado. Y nos enseñó que cada generación avanza o retrocede pero hacerle daño a otro ser vivo , cazar , matar por matar no podía ser bueno, el mundo habría cambiado y que muchas cosas que hacíamos entonces iban a estar mal vistas y eso podía ser bueno.

Mi papá no nació en sudáfrica como de decían. Era de una isla del sur de Inglaterra, Jersey. Había vivido ahí hasta los seis años. Y por eso el medallón y la cadena de plata que nunca se quitó tenía escudo con letras y una isla tallada, grabada.

Filleann an feall ar an bhfeallaire y del otro lado Ar scáth a chéile a mhaireann na daoine.Aithníonn ciaróg ciaróg eile

La vida es extraña y algo así como: sólo vos sabés en el fondo que es lo bueno y lo malo

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