Lanzo palabras dirigidas

dónde no llegan los montes.

Mis letras traspasan nubes

y pasan rozando estrellas.

Ya que la distancia prohíbe

que ella oiga mis plegarias

las escribiré, y con suerte,

mirarás y podrás leerme.

Hablo para ti, Selene.

Que tu luz ya fue admirada.

Que ya te rindieron culto.

Acoge a tu último fiel.

Tú que ya has sido ignorada

por qué el cuello le dolía

a una sociedad cansada

de mirar sus propios pies.

Fijos en banalidades,

en colores, en lugares

que jamás visitarán.

No aprecian lo que hay delante.

Como Blakelock, siempre presente.

En mis versos.

En mi mente.

Como siempre, siempre brillando.

En mis sueños.

En mis brazos.

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