Ya tengo los pies fríos y pronto este gélido aliento se extenderá por todas partes.

¿Te acuerdas cuando los calentabas entre tus manos? Al anochecer nos reuníamos en el sillón y tú los acariciabas mientras nos contábamos los acontecimientos del día, bromeábamos, hacíamos planes, éramos felices hasta que la oscuridad me engulló, aquél viaje no era para dos, el destino solo lo tenía planeado para mí arrancándome de la paz de nuestro hogar. Fui hundida, maltratada, herida por la honda tristeza y cuando por fin conseguí fuerzas para abrir los ojos ya no estabas allí. No queda pues nada por lo que volver.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS