EL CATRÍN

EL CATRÍN

Roberto

19/07/2019

Aquel día no asistí a la escuela, por alguna infección en vías urinarias que de niño padecí continuamente; en apariencia la fiebre había desaparecido, pero mi estado de ánimo muy decaído; mi padre, para distraerme, tuvo la ocurrencia de llevarme de excursión al emblemático cerro de San Juan, al poniente de Tepic Nayarit. Aquel paseo inicialmente se haría con mis primos quienes estaban vacacionando. Llegamos a las faldas del cerro, sobre la vereda, nos topamos con un campesino que con la mano sobre su frente para tapar el sol, observaba lo lejos; al ver que llegábamos nos saludó y dirigiéndose a mi padre le dijo.

–Mire usted, “Don”, aquello que se mueve en aquel árbol, sería bueno acercarnos para ver de qué se trata, ¿No le parece?

Bastante alejados nos encontrábamos y solo se distinguía un… Algo, balancearse entre los árboles.

Mi padre asintió, –no dijeron más, quizá por mi presencia, pero caminamos en esa dirección;

Yo, con curiosidad y mucho miedo, el poco valor me lo daba la presencia de mi padre, conforme nos fuimos acercando, lo que a lo lejos no se distinguía, fue tomando forma hasta reconocer claramente un ahorcado, colgado en la rama de una casuarina, Sin querer mirarlo, observe aquél desafortunado suicida, sus zapatos bien lustrados, por encima de mi cabeza y, se balanceaba por el viento; llevaba pantalón de casimir y una camisa blanca de manga larga, me pareció que estaba vestido para boda.

Fue el primer muerto que vi en mi vida. “El catrín”, “El catrín”, balbucía entre sueños, debido a los 39 grados de temperatura que esa noche tuve.

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