Ian Colin es hospitalizado por apendicitis, día martes 5 de junio de 2020, el acontecimiento melodramático asalta a toda la familia. El joven estudiante de pre-grado, en el área de ingeniería de alimentos, se ausenta de las parciales de su primer semestre con la que pierde la oportunidad de continuar. Situación penosa y espasmódica, es la escena de un filme de terror, mientras ha disminuido 8 kilos en una semana, ojeras de gran profundidad y pómulos hundidos, todos se lamentan de que no exista un cirujano para realizar la operación. Ian pierde el conocimiento el día 9 de junio, tiempo antes de este acontecimiento, reflexiona sobre sí: Soy un chico de 22 años porque a mí. Entre sollozos continua-. Soy atlético, siempre realizo ejercicio, me alimento bien, nada me molesta. ¿Entonces por qué? Divagando acelera su respiración que inquieta, le prepara un súbito desmallo. Los médicos aliviados porque pensaban que había muerto, escucharon los gritos de la familia: ¡Mi muchacho! Esa fue la orden de dichas voces preventivas, ejecución a la carrera de las enfermeras y el doctor Melendez Rafael, todo un anciano conocedor y experto en medicina, dice: ¡Manos a la obra! Pasen un escupidero, toallas, tapa boquillas, las herramientas pónganlas muy cerca de mí; Ofelia cuando necesite el escalpelo lo sujetas y me lo entregas, Clara mantén la iluminación, Inés como tienes semanas como novata ve y aprende, Luisa cierras las cortinas y manda a callar a los perturbadores de los familiares, Petra aumenta la temperatura del aire acondicionado. ¿Han desinfectado el lugar? Sí doctor. Bueno empezamos. Escalpelo, Inés observa bien como hacemos la incisión, no te distraigas, Ofelia mantén el pulso indicándome los valores de la pantalla. Luisa en caso de hemorragia, mantén la sangre de repuesto, Petra pendiente de la maquina de reanimación. ¡Las pinzas por favor! Aquí tiene, doctor: ven la abertura no se ha reventado, quitaremos ese monstruo que nos pudo matar al chamaco. Les aseguro chicas que de aquí saldrán rápido, como mínimo 45 minutos, el mismo tiempo con que hacen sus espaguetis. Mientras suelta una risa ridícula el eminente doctor. pasada los 50 minutos. Procedían a suturarlos y limpiar la herida. Doctor: Todo esta muy bien, es un éxito. Inés has aprendido, esta semana operas conmigo. Por supuesto (mientras se sonroja)-. dice la enfermera. Sacan al joven de Quirófano y lo llevan a su cuarto de descanso. De pronto, la luz empieza irse, y se escuchan estruendos en todo el edificio. Como si un terremoto acabara con la zona, sucede ningún desplazamiento y no hay lugar para un desplome en la ciudad. Luego de 3 horas del incidente, el hospital queda en silencio, y ningún bullicio es audible. Lo ultimo que escucharon, del padre del paciente fue: ¡Como esta mi niño!
para que la tierra quedara en una especie de sepultura.

Ian mueve un brazo, y levanta sus parpados, como todo un amanecido, se da cuenta del polvero, porque toce con fuerza, no oye a nadie, pregunta: ¿donde estoy? Entre la ventana se ilumina por un orificio de las persianas, un rayo incipiente de energía. era exactamente las 5:30 pm de la tarde en la clínica, el reloj digital no falla con su exactitud. Ian se saca la bata arrugada desde su trasero, se sienta en la cama, coloca un pie al suelo, sintiendo un frío de nevera que le obliga a subirlos e introducirlo en la sabana. Agarra dos bolsas y se las coloca en los pies, abre la puerta del dormitorio, y no oye nada.

¿Qué esta pasando aquí?

Mi familia ¿donde está?

Sale del hospital y no hay trafico, el relieve ha arrasado con la calle y el terreno ha sido tomado por las enredaderas formando un bosque.

No divisa personas, y allí siente un temor espectral en su pecho.

El viento sopla con fuerza la brisa del norte, gélida. Enfriando sus manos y brazos, que abrazados uno con otro y manoseo con manoseo, eran impotentes para generar calor, Caminaba encorvado con las manos en su boca para calentarse con el aliento, bajando la primera cuadra del hospital.

En el camino los automóviles inmóviles, permanecían inertes. Solo uno generaba un pitido alarmante de la bocina, con una incandescente luz que se proyectaba en los ojos del joven Ian, fatigado por la falta de visión se aparta y mira ese caos desértico sin ningún alma. Recuerda que ante tal circunstancia ya era un solitario, si no se hubiera vuelto loco. Todas las noches investigando durante dos años en el bachillerato sobre la carrera que aspiraba cursar, en ese zoológico de notas y rostros perdidos, fruncimientos del ceño, caras de amargura y hastío; para que sucediera esta mierda. Pensaba el chico.

Ni para tanto. Pues el cuestionamiento latente, era ¿Qué había sucedido?

En eso escucha en los callejones, entre las casas juntitas, una voz que le llama: Iaaaaaaan, leve y aterradora de Ultratumba.

¡Ay carajo! Estoy muerto y he venido a parar al mundo subterráneo de los espectros. Pensaba el muy tonto.

Iaaaaaaaan. Allí se imagino todas las películas de magia, conjuros, exorcismos, chuki y toda esa basura postmoderna que no caga a nadie. Pero esa voz le recordaba a la del sujeto calvo, que perseguía al chico con el rayo en una parte de su frente. Para que fue eso, el carajito de 22 años pega una carrera sin saber a donde se mete, pues no hay nadie que lo auxilie.

Toca los timbres de las casas y no suenan. Mira por un ventanal un almanaque y cuenta que tiene 1 día con aquel hambre, abre la puerta y se dirige a la cocina, jartandose de agua y pan Bimbo con jamón y queso rayado.

Sale de ese lugar y observa que ya son las 7:00 pm. Preguntándose: ¿Donde voy a dormir esta noche?

A lo lejos ve salir una sombra de un metro ochenta centímetros arrastrándose desde las alcantarillas. Y con ella un enjambre de estos entes le vigilan para seguirlo. Ian no se ha percatado de que es eso, temblando y rezando un Dios te salve maría, pero no hay milagro, un impulso instintivo le arrebata el momento incomodo, haciéndole correr de nuevo, dejando la bolsa de pan con el osito tierno de los comerciales. Atragantándose, se mete uno a la boca y paticas pa que te tengo.

Corre, corre y nada, los desgraciados vienen viento abajo como humo de fumador compulsivo.

Iaaaaan, Iaaaan. Iaaaan.

¡Ay chucha madre! Se le salía hasta lo peruano de cuando viajo a lima, a especializarse en matemáticas.

Se talla los ojos, se pellizca, se muerde los brazos, a ver si es una pesadilla. No surte ningún efecto. No puede despertar.

Uno de los seres esos dice esto, con voz grave y terrorífica:

«Los humanos joden mucho, solo para sentir miedo, tu vas a pagar lo que ellos hacen, sus consciencias pelean por la superioridad de opiniones, cuando una consciencia adquiere poder sobre las otras, si se siente amenazada empieza a destruir a diestra y siniestra, si uno cede poder a otro de los suyos, en su mayoría padece en su existencia.»

Iaaaaaan. Vas a morir desgraciado.

Iaaaaaan.

Ian corriendo por toda la calle, se orina y excreta lo indecente del numero dos. ¡Ay dios mío sálvame!

Iaaaan.

Iaaaaaaaaan. Seguía resonando por todo el ambiente.

Al final el joven no puede mas, y rueda por el pavimento. Las sombras se lanzan sobre su cuerpo. Es para pensar que le han matado. El chico se despierta en el dormitorio de los pacientes, se mueve y manotea a la mamá inconscientemente, que vigilante. le dice:¡Iaaaaaan Iaaaaan Iaaaaan!

Ian despierta y le dice:

Mamá, vale déjame dormir me vas a matar de un susto. Culminando aquí con el terror, el horario de las visitas.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS