XI:
Cuando la culpa se te va juntando
(se acoda a tu rutina)
sientes la entrañable necesidad
de escapar,
los juicios irracionales de los personajes
(en tu caso)
te obligan a actuar,
a renunciar lo esperado
simplemente por tu necesidad,
te vuelves irresoluto,
tus ideas son circunstancia de lo pensado
y te obligas de acto:
como escape, como frontera,
y de nuevo asoma a tu cuarto,
desnuda,
con sus patas largas
y la piel de cera,
para recordarte que vive en ti.
La culpa, compañera de a diario,
que se esconde en la voz de un rezo
antes del final del día,
personaje dantesco que cena
en tu mesa y se aproxima,
con silencio de muerto.
OPINIONES Y COMENTARIOS