XVII:
Sigo mirándote a través
del zaguán de mi casa,
cálida y escuálida,
con tu pantalón corto
y alucinando con tu aliento
en mis ojos muertos,
sigo aturdido en éste amor
que hiberna en un paralelo
mientras tu órbita es distante,
sigo pensando la inutilidad
de ésta letra
cuando ya mi luz
implotò en un gusano.
Convencido estoy de mi ceguera
así como de la amnesia
que me sepultó en tu recuerdo,
pero ya no importa, y qué importa
ahora que nada recuerdo y nada sé
sino el olor animal de tu huella
y la zozobra de no estar
y el lastre de ser
lo que no quise ser,
qué importa
si perdí mi rastro
e ignore el olor
de algas y café,
qué importa,
sí importa.
OPINIONES Y COMENTARIOS