Postrado en la cama, con el calor a su máxima potencia a fuera, adentro no hacía mucho la diferencia mi torpe y oxidado ventilador que giraba entre cortadamente, detenido a veces por la corrosión que se acumulaba en sus entrañas. Debes en cuando las moscas llegaban a posarse en las ventanas, revoloteando asquerosamente evitando mi concentración inoportuna como solo esos animales infernales pueden ser.

Tome una pequeña cubeta de metal y me dirigí por hielo a la parte de abajo, siempre estaba ese viejo congelador ahí, repleto de hielo, los dueños ya sabían el infernal calor que solía hacer en esta época del año, de pasada compraría, en la tienda de Ben un paquete de cigarros.

-No tengo me dijo- y como siempre me pregunto: «Como va la obra de arte» Me preguntó con su clásica sonrisa socarrona y burlesca. Yo lo miré despectivamente y con el unico cigarro que tenía le hice una señal obscena y lo guarde en mi bolisillo de la camisa.

«Quien demonios se puede concentrar a escribir con este puto calor de mierda y mosca revoloteándole en la cabeza cada cinco minutos.»

Tome mis hielo. Ignorando los gruñidos del señor Ben. Son Cuatro con cincuenta. Si viejo loco al rato le paso los cincuenta centavos. Pensé mientras me dirigía de nuevo a mi cuarto sórdido y chirriante con unas bisagras oxidadas por la sal del mar próximo.

¡Vaya mugrero donde me fui a parar!

Pero era ahora o nunca, ya como a las seis lo borrachos comienzan con su desmadre, ellos llegan a hacer sus desfiguros aquí, a veces vienen con Damiselas que recogen en la carretera y aquí les dan su buen merecido, las hacen que paguen hasta el último céntimo que les dan.

-Son unos hijos de pe**.

Me quité la camisa y me puse a trabajar en mi máquina de escribir. Entonces las palabras comenzaron a fluir como mantequilla en un pan, crujiente y tostado. «Estoy harto de los fantasmas o alucinaciones» Ya no sé qué son. Mi psiquiatra me medico la última vez, yo tire las pastillas al salir del consultorio, las arroje en el bote más cercano… Entonces me lo imagine.

«Rayan Scott de 27 años de edad, Drogadicto por naturaleza, proveniente de los bajos suburbios, sin un futuro desde su nacimiento, de madre drogadicta y padre alcohólico, tal vez un camionero, llego aquí una tarde de invierno, hacía mucho frio. La mirada colapsada en desmesura de droga y alcohol mezclándose en su sangre, se recostó en la cama, vomito en el baño y después de regreso a la cama, con la sonrisa amoratada y la mirada en pedimento de oscuridad, sin un ápice de luz en sus ojos. Saco la jeringa y comenzó el ritual, corto un poco, luego un poco más, la calentó lentamente y luego a la vena en glamur y terciopelo, la mirada dilatada, los ojos en carne viva de rojo fuego, amoratados diría yo, un poco sediento se bebió su orina. Se miro en el espejo del baño. «¡He, He. ¡Que rápido rompes tus promesas Rayan! ¡He, He.! Le prometiste a Wendy que la llevarías al parque… Pero hoy no…

Hoy no, hoy quiero vivir y revolcarme en mi propio egoísmo personal, en mi placer personal. Y es que la neta es que ya me gasté la lana con la que la llevaría, de no haber sido por esos vatos del parque, si yo ya iba para la casa de Wendy, pero ellos estaban ahí. «Pinches demonios esquizoides» me apuntaron con una navaja. «Ven para acá Rayan» no quieres un poco, tenemos algunas cosas que te gustan. Y me convencieron, cuando el Roto se inyecto ya no pude más se me atojo un viaje, y pues aquí estoy. En este regresar a la vida, después de meses de no bailar en la oscuridad. Por eso alquile este cuarto con lo que me sobro. Para estar sólo con mi alucín, relájate… relájate… vamos… relájate.

Tensa el brazo, se ve de nuevo la vena ya pinchada de una y otra cara y de vuelta la aguja, en ella, se filtra la toxina, se éxito el corazón, se paralizan las entrañas, las neuronas se vuelven carbón, se vuelven alcohol que se evapora, éter que se fuga en el espacio con cada gota de sangre que es arrojada al piso dentado de las memorias. »

Estoy en este apasionamiento, cuando tocan a mi puerta. Es el señor Ben.

-Vengo por mis cincuenta centavos.

Yo lo miro con odio en los ojos, me ha costado dos días concentrarme para poder estar escribiendo y este viejo me pide cincuenta centavos, voy al maletero con coraje y de mala forma le doy sus cincuenta centavos.

De nueva cuenta a mirar por unos segundos el techo, saco de mi camisa mi último cigarrillo, es tenso discutir con esa gente. Pienso mientras enciendo mi cigarro y arrojo el humo al aire caliente. Que predecible es el mundo. Si supiéramos que la gran mayoría de acciones humanas son imaginable, en efecto la gran mayoría. Romper la tercera pared es la moda ahora, todos quieren participar, opinar discutir…

-«Rayos.» ¡Otra vez me pire balbuceando cosas de bebes idiotas en mi mente!» Y no pude terminar de delinear bien a mi personaje. Y esos idiotas ya comenzaron a llegar a hacer escándalo»

Está bien, de todas formas, lo terminare antes que comiencen como ayer a lanzarse a la alberca:

«Rayan Scott de 27 años. Drogadicto confeso y permanente, en un cuarto de motel, drogándose como siempre, pensó llevar a su hija Wendy al parque, pero como siempre, las sustancias toxicas se le cruzaron en el camino. Y termino aquí, en este cuarto mugriento de hotel de paso. Encerrado en la habitación 13. Eran las dos de la tarde cuando Rayan llego al hotel, su aspecto de ansiedad y demencia, sus manos temblorosas pagaron con el billete mugriento de cien pesos. El señor Ben que siempre ha estado en la recepción recibió el billete mugriento. Sin imaginarse lo que ocurriría tres horas después. El señor Ben llego a tocarle a Rayan.

-Ya se te acabo tu tiempo.

El silencio de la habitación fue espectral. Nada ni un maldito sonido, pero la puerta seguía cerrada.

-Diantres. «Malditos drogadictos siempre vienen aquí a hacer de las suyas.» Pero ahorita saco a ese maldito para que me pague la hora extra que se hecho a mis costillas. hijo de put**.

El señor Ben saco su revolver y una barreta para abrir la puerta, por si Rayan hubiera cerrado por dentro con los muebles de la habitación. Pero no… no fue así. El señor Ben pudo abrir la puerta sin ningún problema, comenzaba a pardear y los rasgos claro oscuros se deslizaban frenéticamente por las paredes. Ben encendió la luz y el motor del ventilador comenzó a recibir la descarga eléctrica que lo hizo girar.

-¡¡¡¡SANTO DIOS!!!

Salió el señor Ben de la habitación. Mareado y con un poco de nauseas. Aun así, llego como pudo a la recepción. Tomo el teléfono de bocina ancha y números grandes.

-911. Línea de emergencias. En que podemos ayudarle.

-Señorita. ¡Dios, por favor! – ¡Oh Dios! Mándeme una ambulancia… ¡Dios por favor!

-Tranquilícese, me podría dar la ubicación y describirme ¿Qué es lo que sucede?

– ¡Dios señorita! Es en la calle de Restor Hills. El hotel Copa Cabana 33. Un joven ¡Dios! un joven se acaba de… ¡Dios… Mándeme la ambulancia!

Después de treinta y cinco segundos con dos minutos, una ambulancia y una patrulla llegaron al hotel Copa Cabana. Entraron a la habitación. Minutos después uno de los oficiales salió de la habitación. Su rostro pálido era una muestra de referencia de lo horrible del hecho.

Rayan Scott. Se había cortado las entrañas con un cuchillo y con lo poco de vida las había esparcido por toda la habitación. Literalmente se había destripado así mismo. El cadáver presentaba partes desollado donde rayan comenzó a practicar, cortando su propia piel, la revelo la autopsia fue deglutida por el mismo.

El psicotrópico aún se encontraba en la sangre, dos ampolletas una tras otra. en trasgresión total. En el piso los médicos forenses encontraron la palabra.

» I can not stop».

I can not stop

I can not stop

I can not stop

I can not stop»

Estaba por culminar así mi historia con la frase de «I can not stop» cuando los borrachos comenzaron con sus desmadres, los golpes llantos, maldiciones y alaridos de dolor terminaron por hacerme prender la televisión y comenzar a verla. tratando de ocultar lo que en las habitaciones contiguas ocurría. Así termino mi día. con varias ventanas rotas al lado de mi dormitorio. Una historia sin corregir y un muerto aun sin descifrar. Pero mañana, espero mañana poder terminar esta Eutanasia en estilo Light.

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