Cuidado con lo que deseas.

En una ocasión escuché hablar al hijo del amo con unos amigos, ellos se preguntaban cómo sería ser un animal de la granja, uno de ellos deseaba ser un cachorro para que todos quisieran jugar con él y abrazarlo, otro deseaba ser un pez para nadar libre por el lago, cuando le tocó su turno al hijo del amo, este miró a mi padre que cumplía con su faena diaria y dijo “yo quisiera ser un gallo para ser el Jefe del gallinero”

Si él conociera mi historia estoy seguro de que hubiese deseado ser un animal diferente.

El jefe del gallinero.

Mi padre había sido «el jefe del gallinero» desde siempre, no existía rival capaz de desafiarlo y seguir vivo para contarlo, a menos que el amo llegara a tiempo para salvarlo.

He visto a la distancia como mis hermanos desde muy pequeños se preparaban para tener esa breve oportunidad de enfrentarlo, que casi siempre terminaba en tragedia. Cuando uno de ellos inflaba el pecho los otros le daban inmediata respuesta, emprendiendo interminables e inofensivos combates que con el tiempo se volverían sangrientos.

Yo por el contrario disfrutaba la vida de manera diferente, me gustaba pasar el tiempo con las hembras, sobre todo con pinta, con quién jugaba a las carreras luego de molestarla y tener que huir de su furia. Ella era mucho más fuerte que yo, en realidad cualquiera lo era, pero ella no se esforzaba en disimularlo.

La granja era muy grande y el amo por lo general nos dejaba libres por todas partes, yo evitaba a mis hermanos para no terminar corriendo cuando venían a enfrentarme. En ocasiones mi hermano zambo venía a atacarme y pinta lo enfrentaba con fiereza para defenderme, pero ella no siempre llegaba a tiempo y me tocaba correr, huyendo por todo el patio.

De tanto correr para mantenerme a salvo eso se convirtió en mi afición y me fui haciendo muy veloz, tanto que mis hermanos ya no eran competencia. solo pinta podía seguirme el ritmo, pero ella se fue aburriendo y pasaba más tiempo con sus hermanas.

Nerón.

Sentía que necesitaba pasar a otro nivel, buscar rivales más veloces con quien competir, y Nerón me resultó perfecto, este disfrutaba más perseguir roedores silvestres, pero logré molestarlo lo suficiente como para que se interesara en perseguirme. Esto ya no era un juego, si Nerón lograra tomarme con sus fuertes mandíbulas no tendría escapatoria.

Él era realmente ágil y rápido, cuando yo hacía giros no lograba sorprenderlo y se adaptaba rápidamente a mis movimientos, tener que salvar mi vida en cada carrera, me hizo más veloz y fortaleció mis piernas.

Una tarde cuando Nerón dormía le picoteé la nariz y salí corriendo, ese día él estaba decidido a atraparme, al inicio me seguía pareciendo divertido, hasta que el cansancio fue mermando mis fuerzas, entonces entendí que había sido mala idea después de todo molestar a Nerón, pero ya era tarde para arrepentirme.

Nunca había tenido que esforzarme tanto, corría de un lado a otro de manera extenuante, Nerón daba grandes saltos y yo pasos cortos, esa desigualdad tarde o temprano terminaría siendo mi ruina, él no me daba tregua, cambiaba de dirección tan rápido como yo, incluso parecía hacerlo en el aire.

Mis días de Gallo alegre y correlón parecían haber terminado, las mandíbulas de Nerón se acercaban peligrosamente a mi pierna y en la desesperación agité las alas dando un salto que me llevó hasta el corral de las vacas, quedando fuera de su alcance,

En tanto el amo que había visto la desenfrenada carrera de Nerón para atraparme, Trajo una soga y lo ató al viejo roble, donde permanecería la mayor parte de las tardes. Con ese episodio di por terminadas mis aventuras de molestar a Nerón.

¿Celos?

Mis hermanos, pinta y yo seguíamos creciendo, ahora cuando ellos inflaban el pecho también levantaban las coloridas plumas alrededor del cuello y dejaban salir un fuerte canto, esa era una clara señal de peligro, pero para ese entonces yo había hecho las paces con Nerón y pasaba las tardes resguardándome a su lado a la sobra del viejo roble.

Una tarde que zambo decidió molestarme, pinta lo enfrentó por pocos segundos, luego pasó algo muy desconcertante, él abrió las alas y parecía bailar a su alrededor y ella se echó al suelo y fue cuando le posó sus sucias patas en la espalda tal como lo hacía mi padre con el resto de las hembras, sentí como si me hirviera la sangre y tuve el impulso de enfrentarlo, pero mi padre que lo vigilaba de cerca, saltó y le asestó dos patadas, que fueron solo como advertencia, luego lo correteo algunos metros por el patio.

Mi rabia por zambo no se disipo desde ese incidente, de solo imaginarlo cerca de pinta se me levantaban las plumas del cuello y sentía como brotaba mi canto. Una tarde que zambo se paseaba por el patio como si fuese el rey de la granja y «el jefe del gallinero» estaba muy lejos cumplimiento con sus obligaciones diarias, este comenzó a corretear nuevamente a pinta por el patio, hasta que ella indefensa volvió a posarse, sin esperar a que pusiera sus sucias patas sobre ella, tal como lo había hecho mi padre salté y con dos certeras patadas logré apartarlo.

El levantó su plumaje y vino a atacarme, yo tuve el instinto de salir corriendo, pero mis piernas me llevaron hacia adelante, él lanzó dos patadas a mi rostro, sin mayor esfuerzo pude esquivarlas, yo me movía con facilidad mientras él seguía los ataques, no sentía miedo, pero tampoco quería enfrentarlo.

El jefe del gallinero vino corriendo a disipar la reunión y zambo huyó como un cobarde, mientras yo me mantuve firme cerca de pinta, no permitiría que nadie volviera a acercársele, mucho menos mi padre. Él pasó junto a mi sin dejar de mirarme, yo le mantuve la mirada y sin proponérmelo ya éramos rivales.

Mis hermanos fueron sucumbiendo al instinto de tomar a las hembras de mi padre y «el jefe del gallinero» los atacaba y la mayoría de ellos no volvían a levantarse, fue cuando el amo con otros humanos vinieron a atraparlos. Yo estaba a resguardo junto a Nerón, que con fuertes gruñidos mantenía a todos alejados.

Para la tarde quedábamos «el jefe del gallinero» y yo, pero a él nadie intentaba atraparlo, los humanos decididos me persiguieron por todas partes, desde las aventuras con Nerón no tenía una jornada tan extenuante, corría y giraba, solo para ver como ellos caían de bruces, al intentar tomarme.

Me sentía ágil, veloz y ahora era fuerte y más grande, luego de muchas carreras donde unos enjambres de manos trataban de atraparme, por fin se dieron por vencidos y el amo les dijo: “déjenlo no podemos hacer nada más por él, seguramente hoy mismo van a matarlo”.

En algo no se equivocaban sus palabras, esa misma tarde el amo tendría que venir corriendo a detener el combate.

Sálvame amo.

Luego de tanto alboroto las hembras salieron a recorrer el patio, el jefe del gallinero se paseaba imponente agitando las alas, inflando el pecho y cantando con fuerza. Yo seguía los acontecimientos desde el viejo roble donde Nerón se dedicaba a dormir la siesta.

Me puse alerta cuando pinta salió a caminar con el resto de sus hermanas, se veían ya adultas y el jefe del gallinero acababa de notarlo, abrió las alas y bailoteó a su alrededor, ellas una a una se mostraron sumisas ante su imponente presencia.

Cuando se acercaba a pinta supe que ya no podía posponer por más tiempo lo inevitable, dejé salir un canto imponente que retumbó por toda la granja, corrí despacio con saltos cortos a un espacio abierto, las hembras por instinto se apartaron mientras mi padre iba a mi encuentro.

Yo no sentía miedo, «el jefe del gallinero» agitó las alas mientras inflaba su pecho y cantó con fuerza, pero su sonido quedaba opacado por el que salía de mi joven garganta.

Él de manera experta inclinó su cabeza hacia adelante, mientras levantaba el colorido plumaje de su cuello y abría levemente las alas, yo hice lo mismo, pero solo por imitarlo, se lanzó al ataque con dos patadas directas a mi rostro, vi como sus afiladas espuelas se dirigían a mis ojos, sentía que él se movía en cámara lenta y con un suave movimiento logré evitarlo.

Yo era joven, ágil y con un gran entrenamiento gracias a las peligrosas aventuras con Nerón, y él era lento, predecible y a mi parecer hasta un poco torpe, pero tenía mucha fuerza y si lograba alcanzarme con un golpe estoy seguro de que no podría recuperarme.

Mantuvo el ataque por largos minutos, quizás horas, yo con poco esfuerzo lograba evitarlo, cada vez los ataques eran más lentos y más torpes, era un combate inusual, sin ningún contacto dado que yo no intentaba devolverle los ataques.

Él estaba tan cansado que respiraba por la boca abierta y ya no seguía atacando, entonces comencé a hacer movimientos rápidos a su alrededor y le propinaba suaves picotazos para no lastimarlo.

Luego de que el cansancio no le permitía ni moverse, se echó sumiso a mi lado, mientras miraba hacia la casa del amo, tal vez deseando que viniera a rescatarlo, yo canté con más fuerzas, hasta que un incrédulo amo vino a buscarlo.

Luego las hembras salieron al patio, pinta se abrió paso entre todas abriendo las alas para tomar espacio y luego corrió a mi lado.

Desde entonces todo había cambiado en la granja, ahora los que corrían por el patio eran mis hijos, entrenando hasta que llegara el momento de enfrentarme, pero eso no me preocupaba, por el contrario, me alegraba saber que la mayoría de ellos eran pintos.

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