8:20 A.M.

¬¬ Sentados frente al detective y abogado Marruffo en los juzgados de la ciudad de México. Un hombre de carácter indómito. Tan insobornable que prácticamente nadie se atrevía a siquiera contradecir algunos de sus muchos fallos. En realidad él amaba ser justo ¬¬ ¡y bien!, ¿cómo fue en que ocurrió todo? ¬¬ Preguntó en forma ruda a la mujer frente a él, mientras otra muy mal encarada, de más o menos 28 a 30 años de edad, la miraba con desdén y crudo desprecio. Está llorando a borbotones toma un vaso de agua frente a ella, bebe un sorbo; se limpia los ojos pasando un pañuelo blanco por su cara e inicia así su relato.

Sí señor, en realidad las cosas sucedieron así ¬¬ Solloza, y con un profundo suspiro continua ¬¬ Hace más o menos 9 meses y 8 años atrás, aquella desalmada. ¡JAJJJJJJ…esa, que ustedes ven ahí sentada, hiso todo eso tan ruin! Señala a la mujer que vestida de overol gris la miraba. Al tiempo que continuando su relato los recuerdos de aquel acontecimiento tan lacerante se toparon en su mente, trasladándola como una eficaz máquina del tiempo, de inmediato hacia el pasado.

9 MESES Y 8 AÑOS ANTES.

Siendo las 10: p.m. de la noche en la ciudad Puebla de México y con el último aliento que le quedaba a la joven Nayara, el cielo recibió el concierto más angelical jamás descrito ni por el más sabiondo científico. A través del llanto de una preciosa criatura recién llegada al mundo

¬¬ ¿Que fue? ¬¬ Pregunta uno de los presentes en el hecho.

¬¬ Una niña… Una hermosa niña¬¬ Responde otro al que apodaban metralleta, con actitud fría e indiferente.

¬¬ ¡Qué linda! ¬¬ Exclama el hombre encantado ¿Qué cara irá a poner la madre cuando la vea? ¬¬ Se pregunta de inmediato. Pero luego, su compañero entre apuros y algo nervioso lo acosa para que salgan de aquella cabaña a prisa ¬¬ ¿Pero y la niña?… ¿Y su madre, que hay de ellas? ¬¬ Pregunta preocupado el hombre.

¬¬ Ellas estarán bien, esta mujer no tardará mucho en recuperarse de sus esfuerzos. Vámonos, vámonos. No olvides que ese fue nuestro trato ¬¬ Contesta afanado aquel bárbaro hombre, de barbas espesas y traje de no muy buen ver, halando a su compañero entre empellones para sacarlo de allí. ¡Claro!, no sin antes desde la puerta de aquella fría cabaña hacer un misterioso seño con su mano, a aquel ser que entre sombras todo lo observaba atento y sigiloso.

De inmediato, al quedar solo con las dos indefensas, salió de su escondite tras una obsoleta y desgastada cortina que se hallaba colgada sobre una pila de cajas, y con paso calmoso acercándose a ellas, se inclinó y con sus manos cubiertas por unos guantes de cuero color negro. Tomó a la bebé y de allí con ella en brazos salió. Ya más presuroso.

EN EL JUZGADO.

¬¬ ¿De manera que ahí fue donde se dio el momento de la desaparición de la infanta?

¬¬ Sí señor.

¬¬ ¿Y luego, que más pasó?

¬¬ Luego de que yo viera a la misteriosa persona que se alejaba con la criatura que no cesaba de llorar desesperada. Digo yo, reclamando el calor de su madre; me apresuré a ir hacia aquella cabaña, en donde minutos más tarde no demoró en despertar la chamaca reclamando conocer a su pequeña.

¬¬ ¿Entonces? ¬¬ Pregunta y se cruza de brazos para oír algo más.

¬¬ Ahí fue donde la muchacha… ¬¬ Llora con profunda angustia sin poder continuar pronunciando ni una sola palabra.

¬¬ ¡Tranquila!… Haber, beba un poco de agua para que se calme un poco y pueda continuar¬¬ Sugiere el detective, y la mujer asienta con la cabeza y así hace.

¬¬ ¿Ya? ¬¬ Pregunta y ella solo mueve la cabeza ¬¬ Continúe por favor.

¬¬ Decía que luego de ella despertar, y no ver que nadie daba razón de su chamaquita, la pobre enloqueció de dolor… Y cuando digo que enloqueció, es porque en realidad fue así. Comenzó a dar de gritos y hasta golpearse contra las paredes sin descanso, si hubiera visto usted como se lastimó la pobre.

¬¬ Aja, ¿Y luego?

¬¬ ¿Pues qué cree usted señor detective que va a pasar? Que la desdichada tantito rato de andar por todo Puebla de México preguntando puerta por puerta a su hija, y de intentar quitarle la bebé a una pareja que andaba paseando por un parque de aquí, creyendo que era la suya, fue agarrada y recluida en un manicomio. ¡Hay, si usted la hubiera visto señor!, las veces que pude, y fui a verla, siempre se encontraba en un estado somnoliento y perdida, como mirando hacia un lugar lejano, no se daba cuenta de nada.

¬¬ ¿Y porque cree usted que sucedió aquello?

¬¬ ¡Claroooo! ¬¬ Porque la desalmada no quería para nada a la señorita Nayara, por nada más.

¬¬ ¡No quería a la víctima! ¬¬ Queda asombrado de lo que oía, pues su mente humana no concebía acto tan aberrante en un ser de corazón y alma, que es como todos hemos sido creados.

Se levanta la acusada con descomunal exasperación¬¬ ¡Como la iba a querer, si era una simple costurerita naca… Una sucia suripanta sin clase ni educación ¬¬ Interpela, dejando así entre ver como de sus ojos macabros surgía un odio casi hediondo a azufre.

¬¬ ¡SILENCIO!… Silencio en la sala o se levanta esta sesión ¬¬ demanda el juez golpeando fuerte con el mazo, al notar como un estado revolucionario, de personas que no se entendían entre sí, por lo que oyeron se pusieron de pie a protestar.

¬¬ ¡Ya la oyó usted!, no la quería por eso, porque era una costurera. Con gran talento en el croché. Siempre uno la veía por las calles del pueblo con su crochebol al hombro; ¿Sabe usted que es un crochebol verdad?¬¬ Pregunta con una emotiva sonrisa la mujer desde el estrado, y el rudo detective dejando escapar una tímida sonrisa con esfuerzo, contradice con la cabeza ¬¬ ¡Un bolsito precioso en el que se cargan los implementos para hacer el croché! ¬¬ Aclara.

¬¬ Todos rieron en el juzgado a carcajadas.

Suena fuerte el mazo ¬¬ ¡Silencio, a los hechos señora por favor! ¬¬ Demanda el juez y todo vuelve a la cotidiana normalidad.

¬¬ ¿Y qué hacia ella con eso? ¿Tenía algo que ver su oficio con la implicada? __ Pregunta el detective y abogado.

¬¬ Claro, ella era la costurera de la familia Alcosher; familia por cierto de aquí la… ¡SEÑORA! Quien luego de enterarse de que su hermano, el joven Adrián, andaba de amoríos con la muchacha, esta lo repudió tanto que no se tentó el corazón por nada.

¬¬ ¿Y la niña? ¿Qué sucedió con ella?

Pregunta, y la eficaz máquina del tiempo mental, transporta de inmediato a la acusada hacia ese momento

DE VUELTA AL PASADO.

Justo frente a un hospicio, se detiene en su jeep aquel extraño personaje de negro, a quien luego de bajarse, las luces de las lámparas nocturnas mostraron quien en realidad era este. O, esta. Se trataba nada más y nada menos que de Afrodita Alcosher, la acusada; bien conocida en el mundo artístico como “TOPACIO”, ya que ella era una afamada cantante.

Con la criatura en brazos, se acerca a la puerta de aquel lugar y algo impresionada de su aspecto estructural repleto de rendijas, tanto en las paredes como en el suelo, se detiene allí por unos cuantos segundos.

¬¬ ¡Mira!… ¿Ves esto escuincle llorona? ¿Siiii… Lo ves? ¬¬ Ríe ¬¬ Pues bien, este será para ti de ahora en adelante tu nuevo hogar, ¿No te gusta?, míralo ¬¬ Levanta a la pequeña ¬¬ Creo que no pude haber encontrado mejor sitio en el mundo que fuera más acorde contigo querida; es justo a tu medida, lo propio para una pequeña basurita, cría de suripanta muerta de hambre como tu madre. Lo mismo quizá que llegaras a ser tú algún día. Digo, como según el dicho; hijo de tigre sale pintado, a lo mejor tú, mocosa del demonio, sales igual. Por eso es que lo mejor será que cada cosa quede en su lugar, y yo soy de las que pienso que lo que no sirve estorba, y por tal razón hay que desecharlo, así que querida, la basura donde tiene que ir…. EN LA BASURA… ¡Pero espera!… No te puedes quedar aquí sin un nombre. Noooo pues como, haber, vamos a darte uno, ¿Cómo te llamamos, cómo? ¡Uish!… Ayúdame pinga estúpida, no sé, no se me ocurre nada ¬¬ Piensa por un rato mientras que con desesperación mecía a la nena que por el frio lloraba ¬¬ ¡CALLATE!… Cállate ya¬¬ Exclama con odio y le tapa la boca para tratar de impedirle que llore ¬¬ Ya sé. ¿Cómo era que tu patética madrecita quería llamarte? ¬¬ ríe a carcajadas ¬¬ ¡Ha, Siiii!, quería que fueras llamada como algo que ahora ella no tiene… Alegría ¬¬ Vuelve a reír aún más, y la criatura se desespera ¬¬ Hay Alegría. Bien Alegría, vamos a dejarte por aquí, haber, haber ¬¬ Busca algo sobre lo cual poner a la niña, hasta que en una caneca de basura afuera del hospicio, ve una vieja caja de cartón ¬¬ Perfecto. Ni mandado a pedir, ahora aquí te vas a quedar bien juiciosita que ya sobre tu pechito he dejado un papel con tu ridículo nombre anotado, así se respetará la voluntad de Nayara, tu mami la costurera… Adiós ¬¬ Toca el timbre y subida en su jeep a toda marcha se va.

Llegando al rancho, atraviesa la puerta hacia adentro mientras se quita sus guantes y cuelga sobre el perchero a la entrada de la casa, su sombrero de ala ancha.

¬¬ ¡Mi niña, que bueno que llegas!… ¿Vas a comer ya? ¬¬ dice Agustina corriendo tras Afrodita hasta el bordo de la escalera que llevaba a la planta alta de la casa, a donde se encontraban ubicados los cuartos; ésta, con una enorme sonrisa de satisfacción se da media vuelta y pasando con suavidad sus manos por la cabeza de la señora, se encoge un poco y le besa en la mejilla.

¬¬ ¡No nana gracias!, lo haré dentro de un rato, primero quiero bañarme ¬¬ Responde a la venerable anciana ¬¬ ¡Claro… Y también Para ver si por fin logro quitarme este olor hediondo a basura, a pobreza que no aguanto y ya hasta me está produciendo alergia, ¡Uyyyy, que asco! ¬¬ Piensa para sus adentros. Y la nana que como todo ser humano, desconoce lo que por la mente de ésta, está pasando, solo mira con dulzura la sonrisa que ella en silencio mientras la acaricia, le está regalando. Hasta que por fin corriendo sube a la planta alta de la casa.

La nana sonriente, mirando hacia el segundo piso de la casa agrega¬¬ ¡Hay, mi niña…Siempre así, tan dulce. Desde que la conozco estando pequeñita, se ha caracterizado por ser una persona amorosa, y con tanta nobleza y bondad dentro de su corazón… Todo un ángel ¬¬ Exclama la anciana con un amor maternal

Minutos más tarde, cruza por el lado de las escaleras Nicanor el capataz del rancho Alcosher, y al oír a Afrodita se queda estupefacto por unos segundos, y después llama a Agustina

¬¬ ¡Agustina, Agustina… Ven acá!

¬¬ ¡ Hay que Nicanor!!, no me andes quitando el tiempo que tengo mucho que ir a hacer, antes que ponerme a prestarte atención con tus bobadas ¬¬ Contesta la nana un poco ofuscada llevando un montón de ropa en dirección al cuarto de lavado.

¬¬ ¡A pues vieja! ¿Y ahora yo que le he hecho?, si nada más la estaba llamando para que oyera que bonito canta la patroncita. La verdad es que si se le mira re contenta a la condenada.

¬¬ ¡Siiii, mi niña canta bonito!, por algo será que es cantante; y parece que anda ensayando su último disco próximo a grabar, justo ese mero que está canturreando

Corrobora Agustina con orgullo, oyendo como a todo pulmón y con voz preciosa Afrodita entona “que te vaya bien que te vaya mal”, aunque en realidad esta lo hacía más por dedicárselo a Alegría, la niña que dejó abandonada en la caja de cartón afuera de aquel hospicio.

¬¬ ¡Haaaajjjj! ¬¬ Suspira Nicanor complacido ¬¬ Canta bien chulo la señorita Afrodita ¬¬ Agrega con ojos serrados; más la nana lo sacude a golpes y lo hecha de allí para que continúe con sus labores, alegándole que donde su niña lo vea en esas, capaz y lo corre del rancho.

EN EL JUZGADO.

Sonríe en silencio Afrodita y el detective continúa interrogando a la señora ¬¬

¿Entonces la niña luego fue adoptada 8 años después por una familia española radicada aquí en México según su versión dada?

¬¬ Si señor ¬¬ Responde la mujer.

¬¬ ¿Y la señora Nayara? ¿Qué fue de ella?

¬¬ ¡Que por fin se murió y nos pudo dejar en paz la batracia esa y su bastarda mocosa tan chillona, tan cochina! ¬¬ susurro Afrodita con complacencia.

¬¬ ¿Decía usted algo señorita Afrodita? ¬¬ Pregunta su abogado junto a ella.

Ella niega con la cabeza ¬¬ No ¬¬ Contesta luego.

¬¬ ¡No señor, nada!… Y no es para menos, con lo triste que esta estaba por tanta problemática que venía sosteniendo con la señora aquí presente, a lo mejor y la pobre murió… O… Tuvo algo de ayuda, con tanta gente tan pérfida en el mundo, uno no sabe ¬¬ Objeta la testigo y luego hecha una diatriba sobre Afrodita.

¬¬ ¡Sin acusaciones faltas de fundamento por favor! ¬¬ Replica el juez, y el detective y abogado lo secunda pidiendo que se remita solo a los hechos.

Después de no tener más preguntas que hacer a aquella mujer, el detective y abogado hace pasar al estrado a Fabián, uno de los hombres que habían estado allí presentes la noche de los acontecimientos; solo para formularle una única pregunta

¬¬ ¿Podría señalarme usted si se haya aquí presente el autor o autora intelectual del hecho? ¬¬ Dice, y el hombre dirige su dedo índice hacia Afrodita.

¬¬ ¡Rajón muerto de hambre! ¬¬ Grita con furia la fémina golpeando la mesa fuertemente al tiempo que se levanta, pero su abogado como puede la tranquiliza y logra que vuelva a su lugar.

¬¬ ¡Silencio, o mando que la encierren por desacato! ¬¬ Ordena el juez.

¬¬ ¡Haga lo que quiera, viejo cara de topo! ¬¬ Contesta en vos baja.

¬¬ ¡shsh!, ciudadana esto nos puede perjudicar ¬¬ Replica su abogado.

¬¬ ¡Ya… ya! ¬¬ Replica poniéndose ella el dedo índice sobre sus labios, para que el abogado no diga nada.

¬¬ ¿Cómo fue todo?

¬¬ Pues estando yo con mi carnal metralleta en una tienda chupando chelas, llegó aquí la morrita y nos propuso el negocio. Cosa por la cual nos dio buen varo de verdes, lo único que hicimos fue atender a la chava aquella en la cabaña a donde estaba, para no dejar que se muriera ni ella ni su huerquilla; luego, nos fuimos dejándolas hay abandonadas, como fue el acuerdo según metralleta.

¬¬ ¿Así que Juancho alias “METRALLETA” era quien tenía mayor información de lo acordado?

¬¬ Así es… Pero misteriosamente fue lanzado desde lo alto de un abismo hacia el vacío, y la caída fue tan fuerte señor detective, que el pobre con el impacto sobre el suelo rocoso se reventó ¬¬ Contesto, y mientras este lo hacía Afrodita traía a su memoria el forcejeo que aquel día tuvo con el ahora occiso, y, de cómo con una patada por detrás lo lanzó al vacío. Solo al verlo allí inerte reía sin piedad hasta que sacudiéndose las manos se dieron media vuelta y se fue

No siendo más, se retiró para luego de un breve descanso proseguir lo demás.

Pasaron por el estrado cantidad de testigos que en contra de la aparentemente inofensiva señorita Alcosher hablaron cantidad de pestilencias. Unos decían, a mí me pago para golpear a la niña Nayara, a mí, para que abusara de ella, a mí, para que le hiciese perder la criatura que anhelante ella esperaba, a mí, para que conquistara a su hermano y luego me le metiera en su cama. Después, le alegara un embarazo y con esto la ingenua costurera muerta de hambre. Como ella acostumbrara llamarla, enterándose lo dejara; ella no la quería para nada, la odiaba; a mí, me empujo por unas escaleras a causa de una negativa que tuve a sus macabras propuestas. Fueron los testimonios más recordados en el hecho.

Rato más tarde arribó el turno de la acusada, quien al estrado subió; tranquila, serena y con aquel frívolo aire de grandeza que ante muchos demostraba. Dando con ello una profunda desilusión a Agustina su nana quien no paraba de llorar, pues por todo la amorosa nonagenaria como una verdadera madre la defendía y hasta ejemplarizaba.

¬¬ ¡Bien ciudadana Afrodita Alcosher! ¬¬ Inicia el detective y abogado Marruffo, pero luego, sin poder definir el modo de efectuar aquella pregunta. Dando unos cuantos pasos junto al estrado de aquí para allá, mirándola con fijación profunda a los ojos, igual que ella desafiante y segura también a él lo observaba y por ratos de manera leve le sonreía y coqueteaba; le da la siguiente afirmación ¬¬ ¡Vea usted como casi todo un pueblo ha hablado y la ha dejado por el suelo, casi esta descubierta! ¬¬ Le afirma, y ella levanta con desinterés a ello sus hombros ¬¬ Se aclara la voz el detective ¬¬ Yo quisiera oír usted que tiene que decir a ello; haber, cuénteme, ¿Porque usted no quería a la ciudadana Nayara, y más, cuando se enteró de la relación que sostenía con su hermano Adrián?

Sin saber cómo contestar aquella pregunta, piensa por lo menos un minuto y contesta luego ¬¬ Porque era una ras guache que solo iba tras el dinero y la posición familiar… ¡Bonita forma de subir de nivel!, jajjjjjjjjj.

¬¬ ¿Y que se lo hacía suponer así? ¿No cree usted que a lo mejor y ella lo quería de veras, y sin la más mínima pretensión de más nada?

Ella se burla con tremenda carcajada ¬¬ ¡Hay señor!… No sea estúpido e ingenuo ¬¬ Contesta luego.

¬¬ ¡Respeto por favor a la autoridad! ¬¬ demanda el juez golpeando con el mazo frente a la mirada de asombro de todos.

¬¬ Eso es justo lo que muchachitas moscas muertas como esas quieren hacer que se piense.

¬¬ ¿Y porque terminó ensañándose con una inofensiva criatura que a la final no tenía culpa de nada?

¬¬ ¡Porque fue justo esa la forma más fácil que la babosa de la costurera encontró para engatusar al imbécil de mi hermano!, ¿Que dijo? A lo mejor si me embarazo de él, entonces sí puedo gozar de todos sus bienes hasta quedarme con ellos. Fue por esa razón que tuve yo personalmente que ocuparme de ese asunto, y deshacerme del engendro. Aunque, claro que yo no le hice ningún daño, simplemente la dejé ahí en el lugar a donde pertenece, en la basura de donde salió. Digo, pues al salir la asquerosa de Nayara también de allí.

¬¬ ¡Pero era su sobrina!

¬¬ ¡NO! ¬¬ Replica con profunda cólera y golpeando fuerte sobre el estrado. Todos allí, incluido el detective y abogado, al instante abrieron los ojos impresionados ¬¬ ¡Para mí, yo nunca he tenido ninguna sobrina. Bueno, al menos que recuerde! ¬¬ Agrega luego.

¬¬ ¿Y Alegría? ¿Qué hay de ella?

¬¬ ¡Jumm!… ¿Esa?… ¬¬ Ríe en tono irónico ¬¬ No… Es una perra; nono. Mejor dicho… Una hija de… Perra ¬¬ Agrega la acusada con honda causticidad, tal y como si la dominase una cruenta posesión mefistofélica.

Conservando toda serenidad ante las desgarradoras manifestaciones indolentes que procedían de labios de la ciudadana Alcosher; el detective y abogado Marruffo se da vuelta y mira hacia todos los deslumbrados presentes en el juicio. Luego, volviéndose hacia aquella frívola dama, continúa

¬¬ ¡Bien respetable damisela!… ¿No quisiera darse al menos la oportunidad de enmendarse, y así darse cuenta de que la verdad no todo es tan malo como a momentos parece?

¬¬ No veo nada que enmendar— Contesta con frialdad.

¬¬ Acepte que obró mal, y trate ahora de buscar la tranquilidad perdonándose así misma todas las cosas por las que se ha hecho tanto daño, al tratar de hacérselo a otros, pues lastimando a otros, te has lastimado a ti misma. Pide perdón por ello. Y lo mejor, acepta que tuviste una sobrina, que si no le hubieras cerrado las puertas de tu corazón con tanto orgullo y celo sin sentido, se hubiera quizá convertido en otro de tus más maravillosos motivos para vivir y cantar.

¬¬ ¡ESO NUNCA! ¬¬ Vocifera con ímpetu la acusada ¬¬ Nunca nadie vera a la persona de Afrodita Alcosher doblegada, eso sería tanto como mostrarles mi derrota, cuando no estoy derrotada y nunca lo he estado. Una persona como yo, que goza de toda la admiración y el prestigio que nos ha dado el provenir de una familia portadora de toda la clase, y un ilustre apellido del más rancio abolengo, jamás se humilla, se doblega y menos le pide perdón a nadie. Como para venir a hacerlo ahora frente a personas de la calidad de Nayara y su sucia bastarda, que si son menos que basura ¬¬ Agrega de forma denigrante y con profunda hilaridad la muy engreída.

¬¬ ¡Ya no más mi niña por favor!…No más ¬¬ Vocea Agustina desde el lugar de los presentes en el juicio, con lastimoso llanto.

¬¬ ¡Nanita… Noooo, no te pongas así! Por favor! ¿Vieron cómo la hicieron poner? ¿Ya me la hicieron llorar? ¬¬ Grita ella culpabilizando a todos los presentes.

¬¬ ¡Silencio, que no estamos en un mercado si no en un juicio ¬¬ Replica el juez golpeando con el mazo, pues una vez más, el desorden se hiso sentir en la sala.

¬¬ ¡Arrepiéntete por favor de todo el mal que has hecho!, no causes más, no te hundas más de lo que hasta ahora ya estás ¬¬ Dice la nana con ternura extendiendo sus brazos amorosos hacia Afrodita, que asida de su pecho la miraba con pesar, queriendo correr hacia ella para abrazarla.

No teniendo que otra cosa preguntarle el señor Marruffo a la acusada, anunció luego de pasado ese día, el ingreso de Raissa la amiga de Nayara, otra de las testigos convocadas, y la cual, era una pieza fundamental para la culminación y esclarecimiento del resto de los hechos.

¬¬ Bueno señorita… ¿Dice usted haber conocido a la ciudadana Nayara, verdad?

¬¬ Sí señor.

¬¬ Aja, ¿Y tengo entendido de que también supo de Alegría, su Hija.

¬¬ ¡El abortivo! ¬¬ verifica con aversión repugnante Afrodita en voz baja. Mientras recostándose sobre la mesita frente a ella, se agarra la cabeza con su mano

¬¬ Si señor ¬¬ Contesta al detective y abogado la mujer en el estrado.

¬¬ Háblenos de ella por favor.

¬¬ Pues por lo que yo sé, luego de que la chiquilla fuera encontrada en una pequeña caja de cartón a las afueras de ese decadente orfelinato de caridad, ya casi al bordo de una hipotermia la pobrecita. Fue tomada y con total minuciosidad cuidada. Tanto así señor, que la pobre muchachita tubo que dormir rodeada de botellitas llenas de agua caliente para que le diera algo del calor que le hacía falta. Por otra parte, tuvieron que ayudarse con mujeres lactantes que por ahí ellos conseguían, y así alimentaban a la criaturita.

¬¬ Aja, ¿Y luego?

¬¬ ¡Esa muchachita sufrió mucho señor! Mire, a medida que el tiempo fue pasando, y la niña iba creciendo; pongámosle 6 años a lo sumo, las demás niñas de su edad acompañadas quizá de otras un poco más grandes, le hacían muchas maldades, con decirle hombre, que dejaban a la pobrecita lo mas de desconchinflada… Noooo, y no es para menos, con algo así le quitan el ánimo a cualquiera.

¬¬ ¿Y cómo qué tipo de cosas le hacían?

¬¬ Pues haber señor… Usted sabe que uno habla por lo que vio, y lo demás por lo que alguien contó, y en este caso, lo confirmó la familia adaptiva con quien la niña por un tiempo vivió, y que fueron lo más de queridos con ella. Resulta que una noche se levantó la niña, alegando pues, que su mamá dizque la estaba llamando, en eso una de las descaraditas al verla que salió, le hiso la advertencia de que no se fuera hasta los sembradíos de verdura que allí tenían, porque dizque se le podía aparecer un bestiagro.

¬¬ ¿Un bestiagro? __ pregunta extrañado el detective, pero casi que haciendo un esfuerzo sobre humano por no soltar la carcajada ante eso que la mujer dijo.

¬¬ ¡Imagínate, que pecao de la niña! Ese monstruo según las maldadosas, era el monstruo que salía por las noches de los sembradíos. Pues ella al fin y al cabo pequeña no paró como muchas bolas a la cosa, y para allá se fue, y otra culicagadita más grande y aprovechada, le salió al encuentro con un disfraz horrible. ¿Se imagina usted señor lo que esa desamparada sintió?, Noooo, pobre muchachita ¬¬ Conto ella, y sin dar lugar a nada, todos en el juzgado soltaron tremendas carcajadas.

El juez, haciendo todo lo posible por controlar el taco de las desbordantes ganas de reír que igual que todos tenía, toma el vaso con agua frente a él, y bebe al menos la mitad. Luego, da un golpe más fuerte sobre el estrado con el mazo, y de un despavorido salto, todos los presentes temerosos de cualquier cosa, se quedaron palidecidos y fijada su mirada sobre él.

¬¬ ¿Y entonces? ¬¬ Dice el detective y abogado aclarando por ratos la voz, para que aquella sorpresiva carcajada de nuevo no lo sorprendiera, y formase con ello, otro alboroto

¬¬ ¡Ha sí!, por otra parte, como le parece señor que un día la niña se enfermó; creo que le dio varicela.

¬¬ Si.

¬¬ ¡Avemaría!… Y… ¿ Sabe que le hicieron creer las niñas!

¬¬ No.

¬¬ Como a ellas un día las sacaron al zoológico, le dijeron a la pobre infanta que lo que le había dado, no era varicela, si no tigrosfirosis, porque se había acercado para mirar un tigre que estaba infectado de eso. Y sin decirle que casi no vuelve a tomar leche; pues igual y también le dijeron, que la leche la estaba volviendo lechomana, y que los lechomanos se volvían locos ¬¬ Contó Raissa, y el detective como pudo apenas si se sonrió.

¬¬ ¿Y luego 2 años después fue acogida por aquella familia?

¬¬ Sí señor.

¬¬ Bueno, al menos ya todo fue más calmoso para la niña estando lejos de las demás.

¬¬ Pues digamos que sí. Aunque a la hija de la familia que acogió a Alegría, tuvieron también que ponerle un tate quieto sus papás.

¬¬ ¿Y eso?

¬¬ Pues como le parece señor, que a la niña le regalaron un perrito. Caramelo, así lo llamo ella, ya que contó que por las noches oía la voz de su mamá que la despertaba diciéndole mi caramelito. Y la condenada envidiosa, cada que tenía oportunidad se lo maltrataba; que porque era un perro mugriento y mal oliente; tan sucio y abandonado como ella. Culicagadita. Y fue tan así, que la casi desalmada se lo venía ahogando un día en la piscina, y tanta fue la muenda que le dieron sus papás por eso, que hasta ahí dejo la bobada con la niña ¬¬ Contestó la señora, y luego bajó del estrado.

Dando lugar entonces a que llegara aquella carta bajo la manga que desde un principio el detective y abogado, tenía reservada, como un momento especial Para aquel asesto final.

¬¬ Habiendo podido entonces escuchar, de boca de todos estos testigos ¬¬ Dijo el detective y abogado Marruffo ¬¬Lo cruel y despiadada que fue esta dama, al no tentarse el corazón en lo más mínimo, para cometer todo este tipo de actos tan aberrantes e inhumanos en contra de la persona de Nayara y la infanta Alegría Alcosher; incluso, en maneras tan burdas, logrando así, llevarla al bordo de la locura. Ahora, me permito delante de todos ustedes presentes y testigos, traer a este juzgado a aquella persona, que al igual que todos, por mucho tiempo estuvo en espera de que se hiciera justicia… Adelante por favor! ¬¬ Dijo el abogado, y como en un acto casi mágico, aquellas gruesas y pesadas puertas blancas del juzgado comenzaron a abrirse de manera pausada, dejando luego entre ver a una hermosa muchacha de tan solo 26 años de edad, aparecer estilosamente vestida, y con un hermoso sombrero de sol color fucsia y ala ancha. Ésta, a paso calmoso y elegante, cual equino de paso fino, frente a la mirada de estupefacción de todos los allí presentes, se dirige hacia una mesita frente al estrado.

Afrodita la acusada, por su parte. Como podía, trataba de que su mentón no decayera a causa del asombro y el temor tan fuerte que le producía estar viendo a su perjudicada aproximarse hacia ella; ya de frente, los ojos de ambas colisionaron entre sí; y un estremecedor calor frio corrió por el interior de esta; mientras que al instante, y con aquella frívola mirada de rencor y odio de Nayara hacia su cruel verdugo, su mente se trasladó a un cruento instante en el manicomio donde ella estaba.

DE VUELTA AL PASADO

Se abre la puerta del cuarto de aquella clínica de reposo, por ella atraviesa en actitud irrisoria y triunfante Afrodita, cubierta por un chal florido y unos lentes oscuros, de los que ya estando allí, de inmediato se desprende.

Esta, solo con el propósito de frente a Nayara, gozar del momento de angustia y dolor que en ella vivía. Sonriente al verla, la rodea con pasos suaves por unos segundos

¬¬ ¡Hola… Querida! ¬¬ La saluda, más la trastornada muchacha la miraba de manera muy perdida ¬¬ ¿Cómo estás?… No ¬¬ Ríe ¬¬ Ni modo de preguntártelo, me lo imagino, es que; hay linda. Mírate ¬¬ Exclama y vuelve a reír.

¬¬ ¡Mi niña! ¬¬ Dice Nayara extendiendo las manos hacia Afrodita ¬¬ ¿Dónde está?

Afrodita ríe y ríe a carcajadas sin responder ni media palabra, y Nayara con asombro y sus ojos casi afuera de pavor, la miraba ¬¬ Noooo… ¬¬ Contesta, pero es interrumpida por Nayara.

¬¬ ¡Tuuuu! ¬¬ Dice sonriente, a Afrodita, extendiéndole con ternura sus brazos para agarrarla, pues la miraba en ese instante como a Alegría, su hija desaparecida ¬¬ ¡Tú eres mi niña, eres mi Alegría!, ¿Verdad? ¿Verdad que si?, ven, ven acá mi amor ¬¬ Se levanta de la cama donde estaba sentada meciéndose una y otra vez e intenta agarrar a la malvada frente a ella, que al verlo, con repudio da un paso hacia atrás ¬¬ ¡ noooo, noooo!, ¿ Qué pasa? ¿Qué pasa mi caramelito hermoso?, no temas, no huyas de mí, ven, yo soy tu mami, y no, no te hare ningún daño, ya, ven acá.

— ¡Jaj!— Ríe burlona— ¡Por Dios!… ¿Quién no huye de una maldita costurera desquiciada como tú?, ¿A? ¿Quién?… ¡Haber, haber loca estúpida, contesta!— Dice hundiéndole repetidas veces sus dedos en su cien

— ¡Noooo, noooo!— Clama Nayara huyendo de la desalmada que le encaminaba con crueldad

— ¡Claro!…Temes porque sabes que lo que te vengo a decir es verdad

— ¿Si?… ¿La verdad?— Pregunta con profundos festejos la pobre

—¡Siiii!…La verdad…Y, es sobre tu mocosa, ¡Ay!, perdón…Sobre tu hija, Alegría, que de Alegría no tiene ni esto— Le muestra sus dedos recogidos muy cerca a la cara, y Nayara la hecha hacia atrás—Ay linda, es que, no seeee…En lugar de Alegría, debiste de llamarla mejor de otra manera.

— ¿Afrodita?… ¿Cómo su tía?— Pregunta confusa

— ¿Queeee?— Exclama abalanzándose hacia la muchacha y brindándole un fuerte sacudón—… ¡Ay nononono!, qué horror, ni que se te hubiese ocurrido tal cosa, una persona tan inmunda, tan basura. Como tú, no es digna ni merece llevar el nombre de una persona como yo. Tan digna, tan bella. Es que mírame—

Se reclina hacia ella y la mira de frente— He llegado a ser nombrada como el rostro del año, y en todas las portadas de las más nombradas y prestigiadas revistas no se habla de otra cosa que, del rostro angélico de la afamada artista de la canción. “¡TOPACIO!—Ríe— ¿Y así tu abortivo se va a parecer a mí?…Noooo querida, no seas ilusa, eso, ni en el dedo ancho del pie, pues hasta ahí yo soy un vichado de virtud y belleza

— ¡Tu!…No…Tu eres mala, mala— Agrega Nayara huyendo

Afrodita se ríe con maquiavélica carcajada que estremece de pavor a la joven—

¿Yo?, ¡Noooo!… ¿Y hasta ahora lo has notado?, ¡Ay…Me alagas querida! Ven acá— La hala por la bata blanca que tenía puesta y la pone frente a ella— ¿Por qué tiemblas?, ¿M?… ¡Tranquila!, tranquila costurerita que yo no te voy a hacer ningún daño, ese ya te lo hiciste tú al tratar de meterte con el poca cosa de mi querido hermano. Por eso fue que tuve que encargarme de él. ¿Por qué?, Porque. Porque, no me hizo caso cuando yo le pedí que se alejara de ti. Y eso que fui muy amable, si vieras, pero el insistió y tuve pues que actuar. Mira— La aprieta por el mentón— Te voy a contar, un día, mientras él se bañaba y mi nanita querida regaba las matas del jardín. Huish, que tanto las odio, no sé qué de lindo la estúpida gente les ve, pero en fin, allá cada quien. Yo, solita, me escurrí como serpiente a la cocina, le pedí a la ingenua de la cocinera que fuera a hacerme un favor al cuarto de lavabo de la casa— Ríe—Alegándole que mi fino sombrero lila se había extraviado y necesitaba hallarlo como fuera. Pues. ¿Qué crees? Mientras esta ingenua iba hasta allí, yo tomé un trozo de mantequilla, y un trapo empapado con agua, fui hasta el principio de la escalera y minuciosamente embarre el borde de la misma, luego me metí en mi cuarto a esperar a que mi hermanito querido saliera a tu en encuentro y…— Palmotea con fuerza una vez y Nayara da un salto y abre más sus ojos— ¡Pum!, calló. Pobre, ¿Verdad?, no pudo llegar a verte, se rompió el cuello con la feroz caída— Ríe— Letal, ay… ¡Soy toda una genio!, ¿No crees?—Exclama acomodándose imponente sobre la cama de la enferma.

Esta, aturdida de lo que oía agarrándose la cabeza comienza a sacudirla con desesperación. La risa satisfecha de Afrodita forma tal aturdimiento y un feo eco en su cerebro, que no hace más que correr en pos de ella, levantarla de un tirón de su cama y por los brazos oprimiéndola la sacude con fuerza

— ¡Suéltame estúpida!…Naca imbécil—Da una fuerte bofetada que la hace tambalearse con crudeza, y lo único que logra amortiguar su caída es el haberse alcanzado a agarrar de la pared— ¿Qué crees?, ¿Qué soy un muñeco para jalonearme como se te venga en gana? Pues no…No— Dice Afrodita ofuscada

— ¡Cruel, cruel!— Le grita desesperada

Ríe Afrodita— ¡Siiii! ¡Siiii! Pero, ven, no he terminado de contarte. Luego, Salí con cautela, muy despacito, y con aquel trapo limpie la escalera. Claro, para que la metiche de mi nana, a la que tanto le gustaba subir a mi cuarto sin ser invitada, subiendo en esas no se callera. Linda… Imagínate, de ser así, ¿Quién me llevaría todos mis caprichos? Oye…Pero no se lo digas a nadie, que sea un secreto, un secreto de ambas, pues luego mi escándalo en la casa y en su funeral me hizo notar hasta en la misma prensa, como la más sufrida hermana

— ¡No!

— ¡Si! … ¿Y sabes?…sigue tu hija, tu escuincle llorona y mocosa

— ¡Noooo!… Ella no, ella no por favor, tú no me quieres, no me quieres

Afrodita desesperada la interrumpe ¬¬ ¡Hay Yaaaa! ¬¬ La empuja violento sobre la cama.

¬¬ ¡Tú!… Siiiiii, tu no me quieres ¬¬ Afirma con terror y desespero Nayara.

¬¬ ¡CLARO! Claro que no te quiero loca patética ¬¬ añade, más de nuevo aquella desdichada la interrumpe encogiéndose en su cama.

¬¬ ¿Quién eres?, a ¿Quién eres?

Afrodita con maquiavélica sonrisa se le aproxima, pasa suave su mano por la cabeza de Nayara, y desciende hasta oprimirla de los cachetes ¬¬ Soy… Soy la causa de tu desdicha, y he venido justo para eso, para disfrutar viéndola. ¿Qué creíste naca estúpida? ¿Que tú y tu bastarda, a la que pretendías hacer pasar por mi sobrina, se quedarían con todo nuestro dinero? ¬¬ Ríe ¬¬ ¡jajjjjjjjjj!, no me hagas reír, primero, primero te hubiera matado, antes de permitir que una sucia como tú, una cualquiera, se hubiera aprovechado de nosotros. ¿Y quieres saber dónde está tu hija, tu bastarda?… ¡Pues no… Nunca lo sabrás! Adiós ¬¬ Dice Afrodita y luego dejándola hay temerosa, se va.

Nayara la agarra, pero esta se suelta, y volteando a verla se burla—Mira esto—

Dice y se aproxima hacia una pared en la cual se golpea dos veces en la frente hasta sangrar— ¡Ay!… ¡Auxilioooo, Auxilioooo!, ayúdenme—Grita con angustia Afrodita y Nayara desesperada y sin saber que esto se trataba de una trampa por parte de su malvada cuñada acude en su socorro.

EN EL JUZGADO.

¬¬ ¿Cómo estás Afrodita?…. ¡Cuánta complacencia tengo en verte. De nuevo! ¬¬ Dice Nayara.

¬¬ ¡Bienvenida señora!, pase, siéntese por acá si es tan amable ¬¬ Dice el detective y abogado Marruffo dándole un galante beso en la mano, y, ofreciéndole la silla.

¬¬ Gracias.

¬¬ Y bien, como todos comprenderán, esta dignísima dama, ha sido traída aquí solo para que sus ojos puedan presenciar con claridad, la dicha de una dulce justicia. Ella, a quien muchos de ustedes vieron desvivir por salir adelante junto con los suyos, a través del oficio de la costura y el croché, tubo la desdicha de toparse en su camino, a personas desalmadas y crueles, a las que solo les importa el dinero y el poder; a costa de lo que sea, he incluso, pasando por encima de quien puedan. Hoy, como considero la pueden contemplar, ha logrado su tan anhelado propósito de superación, debido a que un alma buena y generosa, la pudo por fin rescatar de un mundo de tortuosa confusión y oscuridad.

Dándole con ello, la posibilidad de adquirir una nueva identidad; identidad que a continuación se dará a conocer. Ahora, tienen frente a todos ustedes testigos, no a la costurerita muerta de hambre, como a ciertas gentes sin la más mínima educación y moral le era grato llamarla, solo, para denigrarla por su única labor en aquel momento. Hoy en cambio, está, la señora Ana Brenda Lara de Del Olmo, magnifica diseñadora de modas

Tan mencionada, por la confección de sus muchos trajes de estilo tan majo, con los cuales aún, se llegaron a vestir las personalidades más reconocidas en el medio artístico, entre ellas; “Topacio”. Esta mujer, quien a su vez está casada con el respetable empresario, Mauricio Del Olmo, y que por su seguridad estuvo incluso de todo tipo de medios resguardada, justo hasta este precioso momento, tiene el gusto de saludarles. Y no siendo más respetable señor juez, puede usted dar lugar a la sentencia ¬¬ Agregó el detective y abogado Marruffo sentándose. Y, aferrado a toda la cantidad de delitos mencionados, la acusada

Afrodita Alcosher fue condenada a 50 años y 6 meses de prisión.

Ya por fin, afuera de la sala penal, en espera de la salida de la acusada hacia la prisión de máxima seguridad, se encontraban todos, incluida Nayara y la pobre nana Agustina quien no dejaba de llorar desconsolada. Hasta que de inmediato choco su mira da con Alegría, la hija perdida de Nayara, ahora conocida como Ana Brenda; cual fue su sorpresa, que de inmediato trajo a su memoria aquella foto que conservaba de su niña Afrodita cuando justo también tenía los mismos 8 años que esta.

¬¬ ¡Hiiiii, Afroditaaaa! ¬¬ Se asombra y se le acerca luego ¬¬ ¡Mmmm, buenos. Buenos días!

¬¬ Buenos días ¬¬ Responde Ana Brenda.

¬¬ ¿Podría acariciar y darle un beso a la niña?

¬¬ ¡Siiii… Claro señora Agustina, hágalo. Mi amor, saluda a la señora.

¬¬ ¡noooo… Pero no me llame así, por favor, dígame Agustina, a secas!, vea que yoooo ¬¬ Dice Agustina, y Ana Brenda con una sonrisa y una dulce caricia en su mejilla, la interrumpe.

¬¬ ¿Usted qué?… ¿Es una sirvienta?… Noooo señora, eso fue lo que por mucho tiempo le hiso creer su niña, pero no, no es así, usted. Usted es alguien así, como yo y como cualquiera ¬¬ Contesta ella y la nana lo agradece, para luego haciendo una preciosa caricia entre lágrimas a Alegría que tierna le sonreía, vuelve hacia un lado. Abriéndose por fin aquella puerta, sale de tras de ella Afrodita, altiva, orgullosa como ella era, justo hasta ese momento en que sus ojos vieron a su pequeña sobrina que sonriente la miraba mientras le sacudía la mano. La máquina del tiempo de su mente, la llevo de inmediato, y como algo inevitable hacia atrás de su pasado de niña

DE VUELTA AL PASADO.

La niña Afrodita corriendo por el jardín, con incontenible felicidad en busca de su amada n ¬¬ ¡¡ Nana, nana!!

¬¬ Si mi amor, aquí estoy.

¬¬ Mira, mira la muñeca que me han regalado mis padres ¬¬ Dice haciéndole entrega de una hermosa muñeca nueva que llevaba en sus manos, pues a la chiquilla le encantaba jugar a las muñecas, paradójico, igual que a Alegría.

¬¬ ¡Está hermosa mi amor, que buenoooo!

¬¬ Apúrate, apúrate, quiero que juguemos, ven, ven nana ¬¬ Dice corriendo hacia adentro de la casa.

Ríe ¬¬ Riendo la nana Agustina tras de ella ¬¬ Voy, voy niña.

DE NUEVO AFUERA DEL SALON PENAL.

La imagen de la niña, al instante causo un impacto tan fuerte sobre Afrodita, que estática se quedó mirándola por algunos segundos. Luego, trató de dar un paso hacia ella como para corroborar que lo que veían sus ojos era verdad, y no se trataba de una simple ilusión ese parecido físico tan prolijo que había en la niña con el de ella cuando esta tenía la misma edad, sin embargo los agentes de seguridad se lo impidieron, y la madre con la pequeña, dio un paso hacia atrás.

¬¬ ¿Qué es esto?… ¡Díganme que no… Díganme por favor que no es verdad!, esa niña… No, ese batracio con piernas no puede… noooo. Esto tiene que ser una broma, y una de muy mal gusto…. ¡SUELTENME!, Suéltenme ahora mismo, que ustedes no saben quién soy yo ¬¬ Grita desesperada y atemorizada.

¬¬ ¡Claro, claro que si lo sabemos ciudadana, es usted una presidiara!

¬¬ ¡Noooo… Eso no puede ser, esa niñaaaaa, esa niña es como verme a mí misma teniendo su edad, esa niña soy yo, soy yo…. Noooooooo, te odio desgraciada. Te odiooooo ¬¬ Grita, y al instante que le lanza una bocarada de salivas que cayeron al suelo, a forcejeos se la llevaron. Justo a aquella prisión a donde por algunos días tienen que doparla para tranquilizarla, pues aquella imagen hasta el día de hoy, acompañada de las de aquel momento en que la arrebato del lado de su madre y la dejo en la caja junto al basurero de aquel hospicio. Todavía la atormentan.

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