Lo amoroso siempre es un barco en profunda calma.

Que espera y aguarda la marea y el viento.

Sin ellos no puede avanzar.

Lo amoroso siempre es un barco en profunda tempestad.

Revolotean las velas cuando se da de más

y sus aguas profundas se tornan turbias y el cielo oscuridad.

Lo amoroso siempre, siempre nos llega a dar la paz.

Nos envuelve en una mar callado y calmado de tranquilidad.

Lo amoroso a veces nos hunde y otras nos lleva por lindos parajes,

por otros lugares, dejándonos ser y andar.

Lo amoroso es necesario. Tan necesario como la misma agua

donde flota, donde se sumerge, donde no se entiende,

donde se expone al sol.

Lo amoroso es ese, un indescifrable, un monstro innombrable,

lo que se desea, pero nunca llega, lo que nos abraza, lo que nos da la mano

y debes en cuando nos deja en paz.

Lo amoroso es soledad, es solipsismo, es sal y viento, es calor y tiempo,

es esencia y magma, es nada y ahora.

Es la fecundidad de todo lo que se vive y se experimente y casi siempre se da de más.

Lo amoroso no pide, llega, no exige. Pues sabe que su exigencia no es de este mundo,

ni siquiera puede exigir…

Pues lo amoroso siempre se entrega, se da, no pide nada pues sabe dar.

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