Mis padres había salido a las compras semanales y yo me quede sola en la casa realizando las tareas domesticas, mi hermano como siempre emprendió la graciosa huida, entonces no me quede más remedio de hacer las tareas de ambos, limpiar los cristales de la puerta, barrer debajo de los sillones, lavar los platos del desayuno etc.

Estaba en mis labores escuchando una canción de los Rollis Stone, cuando tocaron el timbre de la puerta, con los zapatos húmedo y el delantal colocado en mi cuerpo salí con el plumero en las manos cubiertas por esos enormes guantes amarillos.

Eran tres personas dos señoras y una pequeña de aproximadamente unos ocho años de edad.

– Muy buenos días, querida hermana-

-Buenas días (conteste amablemente)

– Le venimos regalando esta maravillosa revista, me imagino que usted conoce la palabra de Dios. ¿Tiene Biblia en su casa?

-Si, si he escuchado de Dios y no, no cuento con el Pentateuco en este momento.

A lo que la señora abrió los ojos como plato.

– El ¿Que?

Me dijo mientras me miraba como si yo fuera la peor atea del universo.

-El Pentateuco.

– Y ¿Que es eso?

– Es el nombre real de lo que ustedes y los católicos llaman Biblia. Pero en su lugar, permita me.

Entonces fui al enorme librero que tenía en mi casa y saque la Biblia en Griego que tenía y mi Corán. Y regrese a la puerta, las hermanas (testigos de Jehova) aun se encontraban ahí.

-Pero cuento con estos dos hermosos Libros, el primero el el Petateuco en griego, ¿Porque me imagino que ustedes saben, que la primera biblia fue escrita en griego y no en latín? y este segundo libro que es el Corán.

Lo cual nos enfrasco en una charla de algunos segundos, sobre los orígenes de la Biblia, después de intentar convencerme de su verdad, las hermanas me dejaron la revista Atalaya y se marcharon.

Molesta, regrese a hacer mis labores domésticos, estaba terminando de secar el piso cuando volvieron a tocar el timbre, esta vez eran dos jóvenes bien vestidos, de corbatín negro y de camisa negra, pantalón negro y zapatos bien lustrados.

-Hola buenas tardes, nosotros somos de la iglesia de nuestro señor Jesucristo de los últimos días. Nos permitiría regalarle un libro, yo me quede con el libro y los esuche durante algunos instantes, de igual forma que con las hermanas, terminamos en una enfrascada discusión sobre Dios y la creación del universo.

Cuando se fueron, estaba fastidiada de tanto fanático religioso que quería convertirme a su religión. Ya por ultimo estaba terminado de guardar el ultimo plato en la alacena, cuando volvieron a tocar el timbre. Era una mujer que estaba pidiendo limosna. Yo la mire y le dije.

-Mujer, ¿Tu eres mi Dios?

A la que la señora me miro desconcertada.

-Si, tu eres mi Dios, porque gracias a ti, existen miles de religiones que predican, la paz, el amor, la esperanza y la fe. Entonces fui a la cocina saque dos vasos de leche y dos trozos de pan y comí con ella, la pase a mi casa y le regale unos duraznos. Después ella se fue. Y regrese de nuevo a mis deberes.

Mis padres llegaron, así que me preguntaron, cuando les ayudaba a bajar las bolsas del carro.

– Y ¿Bien como estuvo tu día?

– Nada nuevo, sólo algunas personas que vinieron a filosofar un rato conmigo, entonces comprendí lo que en verdad binieron a hacer, «Un filosofo escucha, predica, resuelve, corrije, ayuda, pero sobre todo aprende.»

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