En la soledad, racimos de palomas
templaban contra la mañana.
Yo soy donde te duele haber
partido,
pero tengo tu imagen, el refugio
más hermoso donde guardar
los ojos de adentro. Los de la
cara, ya puedo rasparlos
sobre los días; los del alma,
crecen contigo. Como el silencio
con las palabras. ¿Lo que hicimos
ahora? Cada gesto que hacemos
nos vive por dentro. Pero en los
ojos estamos solos, distintos,
incomprensibles como la relatividad
de las palabras.
Cada cosa que digo me deja un
vacío, como si no lo volcara todo.
(Sí, está bien, qué pobre sería si sólo
palabras.) En cada cosa que digo se me sube
el alma a la boca del silencio.

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