quiero hacerte un nido largo

que te baje por los ojos a la tierra

que se enrolle y cante por la savia
de la fruta doble que te bifurca el pecho

quiero remar en tu sangre como un náufrago

como un centauro
sobre tu corazón ya desbocado
para llegarte hasta la luna grande
que te subleva la marea de las venas
y quiero que mis manos vivan en tus vértices
amigas de la sombra y tu silencio tanto

y quiero hundirme como un torrente
por tu garganta a media asta
que es un pasillo largo hacia mañana
y descubrir la herida anterior de la espada y la batalla
con la feroz ternura de los barcos
que parten a tu vientre

y quiero bajarte como un buzo
hasta el telar del medio
donde guardas un espejo para
alguna primavera
y subirte por el camino de la fruta
hasta caerte por el pelo que no he mordido nunca

y quiero trepar como las enredaderas
por tus pies de pan y de raíz sin beso
buscándote las tumbas y el verano
para nadar hasta la orilla de tu muerte conquistada

y quiero olvidarme cualquier cosa
y que nos baste con morder el beso
o empeñar el insomnio en tu agonía
para despertarnos más allá de todo
con el olor vegetal que nos crece por los dedos
y las manos juntas subsistidas
en la húmeda dulzura a la batalla

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