Paz de hablarte a solas

A ti que acechas atroz como la pesadilla

En cada recodo del profundo pensamiento
A ti que lenta y tibia eres tú misma lo que siento
Paz de mañana o inocencia silvestre de la ardilla

A ti que en el fragor del silencio eres la quilla
Que arredra la zozobra de mi ensimismamiento
y eres la misma dulce calma del limpio sentimiento
que ruega reza y ama pero que no se humilla

A ti que eres la cruz puesta al final de este calvario
Que das tu gesto a mi cotidiana paz de hablarte a solas
A ti que eres el pan sumido en el santuario
Donde hago la misa diaria del recuerdo
Quiero hablarte del incienso que el silencio inmola
Y agradecerte el diario fervor que al orar muerdo.

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