Ese fervor de rezar melancolías

en que un místico silencio me enmimisma
me sacia con la presencia misma
del ser que es oración día tras día

Porque acerca otras que ya fueron mías
a la hora solitaria que me abisma;
y del hábito mundano me desisma
como a un náufrago de la ola impía.

En el tibio fragor que me empecina
el tesón de regalar una tortura
se me vuelve el dolor bienaventura
y es bálsamo en mi humanidad mezquina
…Y tras poder con voluntad extraña
una presencia me acompaña
tácita…

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