enjuagabas tus ojos en silencio

enjuagabas tus manos
con hebras hilachas harapos
del viento

4.

Nos tanteábamos como ciegos recelosos
Los tibios países de trapo y de durazno
y las manos avisaban nuestros
territorios
como tildando el lugar donde éramos

5.

A veces, porque todo a veces
en tu soledad de túnel
irrumpe un sol que equivocó su altura en una
lámpara.

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