Tengo unas ganas terribles.

Tengo unas ganas terribles.

Thomas Hardy

24/05/2019

Llevo esperando este momento una eternidad. Me temblaban las piernas de lo nervioso que estaba, como si de la cintura a mis pies mi cuerpo se hubiera convertido en gelatina. Ya he llegado, queda poco. Allí está, esperándome. Cierro la puerta de la entrada detrás de mí. Me acerco. Queda poco ya.

Me está costando un poco meterla, estoy más nervioso que antes. Se abre de par en par y me meto.

Hace un poco de frío aquí dentro. Solo escucho mi respiración y su música. Espero que no llame ningún vecino, que incómodo. A ver cuánto tarda en llegar que no puedo aguantarme mucho más. No puedo más, no se está dando prisa, parece que está disfrutando, sube y baja. Estoy dando a todos los botones.

Sube, sube, sube, ya llego, ya llega. Ya puedo desahogarme, sacarlo todo afuera. Resulta que nadie más se ha metido dentro y eso que hay muchos vecinos aprovechados. Se abre y me deja salir. Invitándome a salir, sé que no debería soltarlo allí dentro, aunque tuviera unas ganas tremendas. Corro.

Llego a la puerta de mi casa, meto la llave otra vez como con el ascensor, esta vez a la primera. Me meto en casa y mientras cierro la puerta con un golpe capaz de solaparse con el sonido de un avión al despegar, lo dejo salir todo. Que a gusto me he quedado.

Tenía unos gases tremendos.

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