El silencio era un hombre de color de elefante
que tenía dos defectos:
o hablaba siempre de sí mismo
o nunca hablaba.
La palabra era una doncella muy hermosa
que tenía un único defecto:
no tenía boca.
El silencio nunca pudo besarla
y se murió de amor.
Por eso mi silencio es una única alegría
acorralada por millones de espejos,
y mi palabra la piedra que yerra su trayectoria
y en vez de destrozar a los espejos
mata a la alegría.
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