Encarcelados en la libertad

Desde el cielo del suelo

nos desmoronamos
hasta el fondo del
cielo en una ascensión
como de burbujas

Los colores de las cosas tienen hoy
el gesto lustroso de los muebles viejos
y desde ellos el olor a antes transpira
como el alma se evapora de los cuerpos
como la mirada se alumbra desde los ojos
y la melodía de las formas curvas
y la monotonía recta
de lo que se conoce en un instante
está rancia de herrumbre
como un canto agrio de
arena y espinas.
Tú eras en tu existencia de espacio
posible de abarcar
y se te agregaba el tal vez de ti,
ocupada
y se arrastraron en tu suelo seco
los harapos de los ríos nunca
cantados desde las bocas de las fuentes
que existen en el alma que por ellas
existe.
Estoy comprobando la raíz del hacha
que nos sesgó
La nube desde donde llovió el
acento que disolvió el diptongo
en que nos tejíamos.
Hicimos un nudo sobre otro,
ciegamente
y los cabos de la cuerda desandaron
aquello en que yació nuestra
lejanía
nuestro beso reversible
se rompió, y supimos entonces
su fragilidad de ceniza
así como el pellejo de brillo
en la madera ayer muda y opaca
se ató en nuestros
costados consecutivos una libertad
inevitable
de nosotros y estamos encarcelados
en esa libertad indesterrable
inabandonable y solitaria
que vimos amanecer poco a poco
en el horizonte de nuestras horas
ya muertas como el buzo que
vuelve desde el fondo del mar.
Y yo aquí estoy apilando la reliquia
de los momentos en que
negábamos este hoy
comprobando el talón de nuestro
abrazo, cerrando los ojos y
viéndote, porque me alzo
desde mis ramas caídas
como un olor vegetal
para besar tu lugar vacío
y velar el tuyo y mi cadáver
de hoy
Y vemos pasar ayer hasta que nos
disolvamos en mis lágrimas
Y nuestro juramento
naufrague en mi llamado
gritado y en el vacío que aturde
mis manos avaras extendidas con la sed eterna
hecha labio en la boca del que murió
de sed.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS